Parte 6 ( El piano )

39 6 49
                                    

Las luces estaban tenues y vi su espalda. El piano de cola había sido un gran regalo o un gran desperdicio. Hacía mucho tiempo nadie lo tocaba. Con amor y delicadeza Sebas le quitó el polvo. Estaba tocando la canción que me hacía olvidar el dolor desde aquella horrible noche. Sebastián decía que la música indagaba en las emociones, los recuerdos y las experiencias. Mejoraba el estado de ánimo y saciaba la ansiedad. La música liberaba al torrente sanguíneo endorfinas que me proporcionaban bienestar. Solo el toque de un instrumento me hacía sentir en paz, se iban mis penas y vergüenzas. Y las fatídicas noches de ruego desaparecían. Sus ágiles manos varoniles se movían gentiles por las teclas del piano. Las vibraciones de las cuerdas viajando por el puente dentro de la caja de resonancia provocando que esta vibrara produciendo el melodioso sonido de la paz. Cada tecla tomaba un pedazo de mí y lo arrancaba dejando piel nueva. Como si me revistiera de resilencia. Me senté a su lado y él tocó llevándose todo el dolor hasta terminar la canción. 

—Yo las cuidaré siempre. Solo dame tiempo ¿si?. Saldremos de esta —dijo Sebas abrazándome.

—Prométeme que no cometerás una locura por favor —. Mis ojos comenzaron a cristalizarse y su mano derecha tocó suave mi cara y asintió. Luego de cenar junto a Sebas sentí un vacío.

— Intenta dormir ¿si?. Volveré pronto y mamá también —él sonrió y besó mi coronilla. Escuché su motora encenderse y a el acelerando. Sentí que me abandonaban.

Lloré por mucho tiempo hasta que me dormí entre mis suaves y delicadas sábanas. De pronto comencé a escuchar ruidos fuertes en mi habitación. Me senté de inmediato y el balcón lucía chispeante mientras el sonido seguía fuerte. Mi corazón se aceleró y la tráquea se me cerraba lento. Todo había cesado y solo cuando mi corazón estuvo quieto me puse de pie. Salí al balcón de mi habitación para ver en el suelo pedazos de petardos desgastados. Giré mi cara hacia el lado. Archie tenía un cigarrillo entre sus dedos, estaba sin camisa y en paños menores.

— ¿Pero eres idiota?. Pudiste haberme matado del corazón, acaso no sabes de medicina?. Existe un 15% más de riesgo de sufrir un ataque al corazón por cada 10 decibelios de ruido. Pudiste haber afectado mi salud cardiovascular —dije con taquicardia. Archie comenzó a reír coqueto.

—12% —dijo dando una calada a su cigarrillo.

— ¿Que? —pregunté.

—De echo existe un 12% más de riesgo de sufrir un ataque al corazón por cada 10 decibelios de ruido. 12% —repitió. Quedé un poco aturdida.

—No importa, eso hubiera quedado en tu conciencia —dije molesta.

—Mi gorra —mencionó. Me crucé de brazos sabiendo que por la maléfica mente de Archie estaban pasando muchas cosas.

— ¿Que gorra?— pregunté.

—No te hagas la tonta niña. Por tu culpa fui castigado —dijo inexpresivo. — ¿Estoy bastante grande como para que me estén castigando no crees?—.

—Y si no tienes otra, mañana volverás a ser castigado por lo que me acabas de hacer —dije entrando en mi habitación. Mi corazón había sufrido mucho agite así que decidí ir a dormir al cuarto de invitados. A la mañana siguiente fui al colegio. Tomé mis clases normales y al salir me junté con Lluvia bajo un árbol.

—Como te sientes?— preguntó ella.

—El se fue —dije haciendo que la cara de Lluvia se iluminara de tristeza. —Diligencias legales en su empresa. Creo que realmente vino a despedirse —dije bajando la cabeza.

—Tu padre?—pregunto.

—Si — respondí.

—Como crees Ela —dijo intentando que yo me sintiera mejor.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora