Parte 24 (Dije silencio )

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Luego de la práctica suspendieron a Archie por tres meses. No podría jugar ni vestir el uniforme. El director del colegio impresionado me aumentó el castigo dos meses más. No había visto a Lluvia durante la mañana pero me había escrito durante todo el día. Sentada en un banco roja por la calor con la gorra de Archie hacia atrás sucumbía en mis pensamientos.

—Hablé con Sebastián, no puede llegar a la cafetería a la hora acordada, así que solo seremos tú y yo. Cuando te lleve de regreso a tu casa entonces hablaremos con él —dijo indiferente. Metió su mano en el bolsillo y sacó una cajetilla. —Tienes encendedor?—pregunto. Lo miré y fruncí el entrecejo.

—Me vez cara de que fumo?—pregunte. Él comenzó a reír y se sentó a mi lado.

—Tienes cara de muchas cosas, pero una resalta más —dijo coqueto. Tragué saliva, me estaba tentando.

— Que cara resalta más ?—pregunte tranquila.

—Tienes cara de la señora Bennet —dijo sereno. Parecía contento. Sonreí porque sentí mariposas en el estómago pero no perdí la compostura.

—Sabes que solo es un acuerdo verdad?—dije tranquila. Archie se volvió serio e inexpresivo.

—Crees que puedas empezar a trabajar mañana?—pregunto. Refiriéndose al trabajo de niñera en las tardes.

—Te casarías por amor? —pregunté. Archie ignorando mi pregunta encendió el cigarrillo y le dio una calada.

—Crees que puedas comenzar a trabajar mañana?. El equipo cerrará dos meses para resolver lo de Maxton —dijo con desdén.

—Si puedo —me limité a decir. Él asintió y se levantó.

—Te espero en la cafetería a las siete de la noche. Hablaremos del contrato nada más. Si deseas aportar algo para el acuerdo, pido que por favor lo lleves escrito en un papel —expresó seco. Se dio media vuelta y desapareció. Mi corazón se aceleró. Quería detenerlo pero mi mente me decía que no. Que era mejor dejar las cosas así.

Gabriel llegó por mí y me llevó a casa. Mi madre estaba en una videollamada con Marcos y sonreía feliz. Ese hombre realmente la cautivaba. La vi de reojo acariciar su pancita que aún no se notaba. Sería un bebé feliz. Suspiré al pensar que comenzaría a trabajar en la empresa de Archie y como niñera el día siguiente. Caminé a paso lento por las largas escaleras.

—Señorita Ela, se ve muy cansada. Quiere comer ?—preguntó Nano desde abajo. Negué con la cabeza.

—Gracias Nano, no tengo hambre. Voy tarde a un lugar —dije arrastrando las palabras.

—Acaso es una cita señorita Ela?. Usted es joven y bastante guapa. Sería bonito que invite alguna vez a una pareja —dijo Nano con una sonrisa.

—No lo es Nano —contesté caminando hacia arriba. Tomé un vestido de manguillo color rojo. Cabello suelto y nada más. No quería parecer muy interesada pero tampoco desdeñosa. Realmente me gustaba Archie. Al parecer ya lo había arruinado todo. Ya lista bajé a la sala de estar. Mi madre veía una película mientras tomaba un vaso de leche fresca.

—Te vas? —preguntó poniéndose de pie. Asentí y ella me abrazó. —Espero que todo salga bien, no seas tan dura con él ni contigo —mencionó. No quería hablar sobre el, solo quería firmar el contrato y ya. —Gabriel te llevará —dijo ella.

—No, gracias. Ya pedí un taxi —. Mi madre no estuvo de acuerdo ni tranquila pero aceptó. Me subí al taxi y le dije que me dejara una calle antes de la cafetería. No quería que Archie me viera llegar.

—Aquí es señorita —dijo el taxista. Me bajé y respiré profundo. Estaba tan nerviosa que tenía náuseas. Caminé despacio sin perder la compostura. Cuando pasé junto a un callejón oscuro una mano halo la mía y me arrinconó a la pared de ladrillos.

—Por favor no me hago daño —dije con mi voz entrecortada. El hombre rozó su pecho con mi espalda y cerré los ojos.

—Ya me olvidaste?—pregunto. Lo reconocí de inmediato y mi cuerpo tambaleó. Mis rodillas flaquearon pero él me sostuvo. No tardaron mis lágrimas en salir. Ahora si estaba muerta.

—Philiph por favor —dije sollozando. Estaba aterrada.

—Tu padre me envió —mi corazón se detuvo. Mi padre lo había enviado. Definitivamente me creía una fracasada o me quería muerta.  —Quiere que me case contigo dentro de un mes —dijo riendo.

—No lo haré —dije armándome de valor aunque por dentro estaba aterrada.

—Oh, si lo harás. Te soltaré, me iré y volveré por ti dentro de un mes. Si gritas te mataré aquí mismo. Espero que me pienses mucho —dijo alejándose de mi. Solloce fuerte sin saber qué hacer. Ya estaba media hora tarde y pensé si era buena idea llegar a la cafetería. Comenzó a llover fuerte mojando todo mi cabello y mi cuerpo. Me sentía sucia y violada de nuevo. Sus manos y su olor me provocaban náuseas. Caminé en la acera sin rumbo. Mientras lloraba y deseaba morir.

—Ela —escuché gritar. No me detuve. —Ela, detente ahora —gritó. Estacionó la camioneta RAM en la orilla y bajo de prisa. Me tiré al suelo a sollozar. Estaba muerta, él me mataría. —Hey, hey. Que pasó pequeña, que pasó?—preguntó mientras se sentaba en el suelo de la acera y recostaba mi espalda en su pecho. En segundos el cuerpo de Archie estaba empapado pero eso no lo detuvo. Me abrazó fuerte y no me soltó. Cuando me calmé se puso de pie y me tomó en brazos. Como pudo abrió la puerta de su camioneta y me sentó en el asiento del pasajero. Se subió a su asiento y me colocó el cinturón. No preguntó ni dijo nada durante el camino.

—Philiph —mencioné. Archie apretó la mandíbula y aceleró.

—Silencio, no digas nada —dijo mientras su rostro endurecido miraba hacia la oscura carretera. Llegamos a su casa y antes de que pudiera quitarme el cinturón él estaba abriendo la puerta y tomándome nuevamente en brazos.

—Archie —.

—Dije silencio —. Un señor de aspecto amable se acercó apresurado cuando entramos a la casa. Me dio vergüenza que me viera en los brazos de Archie e intenté bajarme pero Archie me sujetó más fuerte.

—Señor Bennet, señorita Bennet —dijo el señor haciendo que mis mejillas se tornaran rosas.

—Jovian por favor llévala a la habitación que preparamos para ella. Luego cuando esté lista llévala al gran salón —ordenó bajándome al suelo.

—Señorita Bennet, por aquí por favor —dijo el mayordomo con una sonrisa. La casa de Archie era más grande que la mía. Para vivir solo, estaba bien decorada y organizada. —Señorita es un placer conocerla, el señor Bennet siempre habla de usted. Mencionó que era hermosa, pero resulta que es más hermosa de lo que imaginé —dijo Jovian sonriendo. —El señor pidió comprar ropa de su talla, joyas y zapatos para cuando usted decidiera venir —dijo el mayordomo dejándome estupefacta.

—De verdad hizo eso por mi?—pregunte.  El asintió.

—Usted le gusta mucho señorita Bennet —.

Del odio al amor hay un balcón o un violín?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora