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ROCHEL

Dagna insistió mucho en que pasara la tarde en su casa porque no nos habíamos visto desde hacía mucho tiempo; sin embargo, por más que añorara las tardes escuchando música en su habitación en lugar de hacer nuestra tarea, tuve que rechazarle. Le dije que tendría que ayudar a mi abuela en la tienda, ya que me había ausentado mucho del trabajo, pero la realidad era que pasaría la tarde con Patrik. Jenell había estado de acuerdo con que las clases fueran en la casa de mi maestro, pues ella confiaba en él, al igual que yo. Y todo aquello era una información que no podía revelarle a Dagna. Era un miedo irracional, pero no quería que se enterara. Sería riesgoso si llegase a revelar la información.

-¿Qué tal el viernes? -sugirió.

Imposible.

-¿miércoles? -propuse.

Negó con la cabeza.

-Tengo clases de costura.

Resultó tan difícil coordinar una fecha que optamos por rendirnos. Ella parecía más desanimada que yo.

-Ya veremos la próxima semana.

Me despedí de ella antes de que mi clase de arte comenzará. La maestra nos anunció que luego de las vacaciones de navidad nos pediría nuevos materiales, así que tendría que ir ahorrando, porque pedirle dinero a Erika no era una opción, no luego del espectáculo que monté la última vez que me vi con ella.

Tras salir de las puertas de la escuela caminé hacia la casa de Patrik.

La navidad se aproximaba y no podía evitar deleitarme con la decoración de las calles. Veía tantas cosas hermosas en las tiendas que lamentablemente no podía comprar. Incluso pasé por la misma avenida a la que había ido con Patrik hace unas semanas. El collar con un colgante de rosas seguía resplandeciendo sobre la vitrina de aquella tienda.

Veinte euros.

Con ese dinero podría comprar cosas más importantes.

Me distraje tanto que me percaté tarde de la presencia de Dennis y sus amigos. Estaban todos reunidos en una fuente, algunos con bicicletas y otros con patinetas, como era usual. Él sobresalía entre todos ellos con su cabello alborotado que caía por sus sienes y su chaqueta roja de cuero.

No sabía en qué clase de persona se había convertido, pero extrañaba demasiado a mi mejor amigo, al que me recomendaba música, me distraía en clase y me hacía reír. Él fue la primera persona en mostrar interés genuino en mí cuando entré a la preparatoria y me dolía ver cómo se volvía un extraño.

Si tuviera que pedir un deseo por navidad, sería que Dennis nunca me hubiese besado.

Me detuve en aquella cerca de color jade que rodeaba la casa de Patrik. Esperaba verlo como siempre a través de aquella ventana, pero las cortinas estaban cerradas y lo primero que me topé fue a una mujer en al jardín regando algunas flores. Para ser honesta, tenía un aspecto trágico: ojeras muy marcadas, la espalda encorvada y el cabello enredado; sin embargo, era hermosa. Tenía unos ojos verdes demasiado familiares, el cabello castaño con unas cuantas canas, la piel delicada y pálida e incluso las pecas... Debía ser la madre de Patrik.

-¿A quién busca? -preguntó, asomando un intento de sonrisa.

-Buenas tardes. Soy Berit. Rochel Berit.

Antes de que pudiera hacer más preguntas, Patrik abrió la puerta y me dio la bienvenida con una sonrisa.

-Llegaste a tiempo.

Abrió las rejas e ingresé para saludar a su madre con un apretón de manos antes de guardar el lienzo en el garaje. La mujer quedó aún más confundida cuando me vio encaminarme con tanta confianza en su vivienda. Me avergoncé por ello. No debería ser tan confiada solo porque conocía a Patrik.

El día que el amor se marchite Pt. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora