81.

21 5 6
                                    

PATRIK


-Al parecer ha estado faltando a algunas clases durante la última semana, pero rindió todos sus exámenes y entregó todos sus trabajos -dijo Adalia mientras revisaba unos archivos desde la pantalla del computador-. No hay de qué preocuparse. Sus notas están impecables. Es una buena estudiante.

Había recurrido a ella para informarme sobre Rochel con la excusa de que un familiar suyo había conversado conmigo pensando que era su maestro de francés.

-Su abuela acaba de fallecer. Me parece que hay mucho de qué preocuparse.

-De verdad es una lástima... Todos los maestros la conocían por ser huérfana. Al menos terminó el bachillerato con buen promedio.

-Ella no es un robot. Debió de costarle demasiado obtener buenas calificaciones luego de una pérdida tan inesperada. La escuela debería estar más pendiente de la salud mental de sus estudiantes.

No quise verla a la cara. Debía de estar haciéndose muchas preguntas que no me molestaría en responder. Tenía que salir antes de que explotase.

-Sí. Tienes razón.

-Gracias por informarme, Adalia. Nos vemos en la graduación.

Me despedí de ella sin saber a dónde dirigirme. Rochel no me contestaba las llamadas, no la encontraba en casa ni en la escuela. Era como si se hubiese ido al igual que Jenell y dolía cargar con ese dolor en el pecho. Su pérdida también fue la mía. Quería abrazarla y saber cómo se sentía, pero no sabía cómo.

Llegué frustrado a casa sin molestarme en saludar a mi familia. Me fui directo a mi habitación para pensar en mis siguientes pasos. Pensé horas y horas sobre lo que podría hacer, pero lo único que conseguí fueron lagrimas derramándose. Me dolía tanto no saber de ella, no escucharla, no sentirla. Temía haberla perdido de alguna manera, pero lo que más me aterraba era que se hubiera perdido a sí misma luego de que Jenell partiera. Le había costado tanto salir adelante. Estaba tan enojado con la vida por ser tan dura con ella cuando no lo merecía.

Unos golpes me pusieron alerta. Me senté en mi escritorio mientras la puerta chirriaba y mamá aparecía detrás de ella.

-¿Patrik?

-Buenas noches, madre.

-No has cenado... ¿Quieres que te traiga sopa?

-No tengo mucho apetito.

Mamá caminó hacia la cama para sentarse sobre ella. No dejaba de mirarme mientras yo acomodaba mis cosas.

-Dime por qué estás tan triste. Tú no sueles portarte así.

-Es por el trabajo...

-La verdad, Patrik. El trabajo es la excusa que usas siempre.

Odiaba esa tensión cuando ambos sabíamos que yo mentía.

-Mamá, la señora Jenell falleció. Lo descubrí por mi cuenta, porque no he podido encontrar a Rochel. No me ha contactado de ninguna manera.

Mamá se llevó una mano al pecho y sus ojos se humedecieron al instante. Probablemente estaba rememorando la cena de navidad y todos esos pequeños momentos que compartimos juntos.

-Dios mío...

-Es tan injusto, madre...

-Debe de ser muy difícil para ella. No tendría por qué contactarse contigo si está atravesando por el duelo.

-Pero ella es... -Reprimí mis palabras. Mamá no sabía nada sobre nosotros.

Hanna notó mi silencio y fue tarde para remediarlo.

-Voy al baño. -Me levanté de la silla y fui hacia la puerta.

-¿Qué es ella para ti?

Me detuve en el umbral. Desde que mis salidas con Rochel incrementaron, he deseado comentarle a mi familia sobre nuestro tipo de relación, pero nunca deseé que quedase marcado por este momento. Hubiese deseado que fuera diferente, en un almuerzo o una salida juntos.

Con lástima lo admití.

-Ella es muy especial para mí, madre. Estamos saliendo.

El día que el amor se marchite Pt. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora