Violeta se despertó, muy a su pesar, debido a la luz que se colaba por la ventana, al no haber bajado la persiana del todo el día anterior.
Pese a haber dormido bien poco, se sentía pletórica. La primera imagen que ocupó su mente, fueron los ojos verdes de Chiara encendidos de placer. Tenía la sensación de que esa mirada iba a vivir por mucho tiempo anclada en su cerebro.
Abrió los ojos por fin y dio la vuelta sobre sí misma para ir en busca de esa mirada y ese cuerpo que ya echaba de menos.
La decepción fue total cuando se dio cuenta que al otro lado de la cama no había nadie durmiendo.
Palpó la mesita de noche hasta dar con su móvil para mirar la hora. Eran las ocho de la mañana. Puso atención a los sonidos por si la traductora se encontrara en la ducha, pero no captó ruido alguno que validara esa hipótesis.
Finalmente, se levantó a recorrer el piso, buscándola quizás en la cocina, o en el balcón.
Tampoco la encontró.
Chiara, por su parte, no había podido dormir ni un segundo. Tras hacer el amor varias veces, disfrutándolo como nunca, ambas se habían quedado abrazadas en posición de cucharita.
Mientras que la morena podía notar claramente la respiración calmada de la cantante, que se había dormido como un bebé, ella no era capaz de relajarse ni un poquito.
Cuando, un rato después, Violeta se despegó de ella inconscientemente, Chiara se quedó boca arriba mirando al techo.
Y pensando. En todo lo que había sentido mientras se dedicaban todo tipo de atenciones. En el deseo, en la pasión, en esa atracción física y emocional que las había hecho estar en una nube durante horas.
Pero también pensó en lo que venía después. En las circunstancias de cada una. En las vidas distintas que llevaban. En todo lo que implicaba haber roto la barrera física. Y en cómo, con ese paso, sus esfuerzos por mantener una etiqueta que las limitara se habían pulverizado.
La traductora no podía ganarle al insomnio, en ese estado de tensión, así que se dedicó a mirar a Violeta tratando de encontrar la calma.
Repasó todas sus facciones una y otra vez, recorrió su cuerpo entallado por las sábanas. Lo memorizó todo, para quedárselo con ella para siempre.
Finalmente, desesperada por el agobio, dejó un casi imperceptible beso en sus labios y se vistió para salir. Necesitaba aire fresco.
Caminó perdida en sus pensamientos, junto a las primeras luces de la mañana, hasta que llegó al Retiro. Le hizo bien rodearse de naturaleza y de gente paseando a los perros o haciendo deporte. Le ayudaba a no pensar en las consecuencias de lo que había hecho.
En la cabeza de Chiara, estaba teniendo lugar una batalla campal.
Por una parte, su lado emocional estaba feliz. Por fin había dado el paso que tantas ganas tenía de dar. Había podido dar rienda suelta a su deseo, a su atracción, a lo mucho que Violeta le encantaba.
Y no solo físicamente. Ese encuentro había propiciado una intimidad en la que solo a base de besos, miradas y caricias, se habían podido decir todo lo que sentían, pero no ponían en palabras. Se había sentido en las nubes.
Su cerebro, en cambio, solo veía posibles contratiempos: su ritmo de vida, su exposición, la distancia. Y sobre todo, su propia manera de gestionar los obstáculos. La inseguridad y el miedo a que saliera mal se empeñaban en construir una muralla que tapiaba todo lo bonito hasta dejarla sin oxígeno.
- ¿Chiara? - escuchó la inglesa a su espalda.
Se giró extrañada, pues no conocía a nadie en la capital.
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Starstruck | Kivi
FanfictionNo hay nada que haga más feliz a Jay que conocer a Violetta, su artista favorita. ¿Qué pasará cuando Chiara, su hermana mayor, le ayude a cumplir su sueño?