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Todavía con las manos entrelazadas desde el taxi, llegaron al piso de Violeta, que tuvo que deshacer el agarre para poder abrir la puerta.

Una vez dentro, ambas avanzaron hacia el salón y la pelirroja arrastró a Chiara hacia el sofá y se aseguró de que estuviera cómoda, acercándole varios cojines. La cantante, en cambio, permaneció de pie.

- Perdón - soltó Chiara en voz baja y mirando al suelo.

Violeta, que apenas la había escuchado, se agachó para quedar a su altura, justo enfrente de ella. Y posó las manos en sus rodillas.

- ¿Por qué me pides perdón? - quiso saber.

Chiara soltó una risa irónica, cargada de lágrimas.

- Por todo. Mira cómo estoy... - se señaló-. No he querido que habláramos y además te he hecho venir a rescatarme. Soy una egoísta de mierda. Y no merezco que hayas hecho esto por mí.

- Solo necesitabas ayuda y yo te la he dado. No tienes que pedir perdón por eso - aclaró Violeta.

- Ya... - dijo simplemente Chiara, en un tono que la cantante notó que era lo contrario a honesto-. Si... si quieres que me vaya ahora que estoy un poco mejor, lo entiendo. No me merezco que me cuides.

Lo último que necesitaba la traductora era separarse de Violeta, que había aparecido como un faro en medio de la oscuridad. Pero menos quería quedarse sabiendo que ella no había sido tan empática en su última interacción.

- No quiero que te vayas a ningún sitio. Quiero asegurarme de que estás bien.

- ¿De verdad?

- De verdad, Kiki - le acarició el brazo-. Mírame.

Los ojos chocolate de la cantante expresaban un torbellino de sentimientos, pero la traductora leyó en ellos sinceridad. A pesar de todo, Violeta quería cuidarla. No estaba asustada de ella. Ni la odiaba.

Chiara sollozó, no supo bien por qué, y Violeta retiró algunas lágrimas con sus dedos. La cantante podía ver en los iris verdes de la morena, cuánto agradecía esas atenciones, aún estando descolocada y sin creer merecerlas.

- ¿Quieres algo caliente que te ayude a estar mejor? ¿Prefieres agua? - preguntó Violeta, tratando de pensar en lo siguiente que la morena podría necesitar, y levantándose para dirigirse a la cocina.

- No. No te vayas, please - pidió Chiara, poniéndose también de pie y llevándose la mano al pecho.

De repente, le aterraba la idea de perderla de vista aunque fuera un minuto. Chiara sentía en ese momento una vergüenza terrible por depender de ella, pero más grande aún era el sentimiento de fragilidad. Su cuerpo, pese a haber salido del peor momento del ataque, le daba señales que indicaban que podía volver a entrar en ese pozo. Y esta vez, al contrario que siempre, sentía que no podría hacerlo sola por la marea de sentimientos que le sobrepasaban en ese instante. Se sentía perdida.

Violeta se acercó a ella, pasó las manos por sus brazos y le acomodó algunos mechones de pelo por detrás de las orejas.

- Solo voy a por algo de bebida, Kiki. Es un momento. Es mejor que te quedes aquí sentada y descanses. ¿Está bien? - preguntó con toda la dulzura del mundo.

- Prefiero ir contigo - contestó entonces la morena-. Si me dejas...

En la cocina, Violeta se decidió por preparar té para las dos y ambas estuvieron en silencio mientras se calentaba el agua. La pelirroja analizaba una y otra vez la expresión de Chiara. Su pose cabizbaja, sus dedos tocando los anillos, sus pies con las puntas rozándose.

Starstruck | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora