Capítulo 12. La grieta

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Hice una mueca de dolor y cerré los ojos, intentando no enfocarme en la incomodidad que sentía en las costillas. La herida provocada por el monstruo había sido cerrada desde la noche anterior, durante el tiempo que estuve inconsciente, y habían traído toda clase de médicos a mi habitación. No había hablado con nadie desde entonces, no quería enfrentarme a las miradas acusatorias ni a las preguntas que no podía responder.

No tenía sentido seguir aquí, ya no podía permanecer en este lugar después de lo sucedido. Ellos creían que yo había provocado el desastre. Estaba agotada, y el vendaje en mis costillas se sentía incómodo, casi asfixiante. No podía creer que la criatura me había atacado. De repente, sentí una presencia a mi lado. Abrí los ojos y vi a Max, observándome con una mezcla de preocupación y alivio.

—Creí que ibas a morir —dijo con voz temblorosa—. Te desangraste rápidamente y perdiste el conocimiento.

Intenté hablar, pero mi garganta estaba seca.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —murmuré, sintiendo la urgencia de beber agua.

—Dos días —respondió Max—. ¿Cómo hiciste eso?

Lo miré, perpleja.

—¿Cómo supiste que la debilidad de esa criatura era el agua?

Suspiré pesadamente y, antes de responder, me serví agua de una jarra que estaba en la mesita de noche.

—No lo sé —dije finalmente, tomando un sorbo—. Simplemente fue un presentimiento, una sensación de que eso podía acabar con ese monstruo.

Max asintió lentamente, como si intentara comprender.

—Debe ser parte de tus poderes como navegante —dijo—. Supongo que es un método de supervivencia.

—Supervivencia —repetí, riéndome sin emoción—. De eso se trata mi vida ahora, de sobrevivir y pelear contra monstruos del limbo.

Max se inclinó hacia adelante, sus ojos reflejando una seriedad que no había visto antes.

—Las criaturas no pueden salir del limbo sin que su líder las haya enviado. Esto significa que algo más grande está sucediendo, algo que no podemos ignorar.

Intenté incorporarme para hablar formalmente de esto, pero la herida en mi costilla amenazó con abrirse, así que me quedé en el mismo lugar, observando a Max.

—¿Las criaturas tienen un líder?

—Akram —aclaró Max como si fuera obvio—. Según la información que tengo, nadie conoce el origen de estas criaturas, ya que antes no existían en el limbo. Pero ahora, no solo existen, sino que también pueden cruzar la línea hacia el mundo de los vivos. Akram las gobierna, las controla. Han estado a sus órdenes desde que llegué a ese lugar, y nadie sabe cómo lo hace.

La gravedad de sus palabras me golpeó. Sentí un nudo en el estómago mientras procesaba la información.

—Entonces él ya sabe de mí —murmuré, temerosa—. Sabe que existo, que soy la última navegante de los mundos intermedios. Junto al ángel de la muerte, me querrán ver muerta muy pronto.

—Por eso es crucial que sigas tu entrenamiento con las ancestras antes de que sea demasiado tarde —respondió Max—. Amara, las criaturas generalmente están confinadas en el abismo, un lugar separado de los fantasmas en el limbo. No pueden cruzar al mundo de los vivos a menos que exista una grieta entre los mundos intermedios.

—Y yo soy esa grieta —dije con amargura—. Cualquier navegante que exista será la grieta, la puerta que le da acceso a toda clase de criaturas del limbo.

El fantasma de Wonder Hall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora