Los días se estaban volviendo cada vez más complicados. Durante el día, asistía a clases y lidiaba con todos los trabajos de las asignaturas. Por la noche, entraba al salón de reliquias para entrenar con mis ancestras, cada una compartiendo sus conocimientos conmigo. Controlar mis poderes no era tarea sencilla. Las noches de insomnio, los intensos dolores de cabeza y los vómitos frecuentes eran prueba de que mi cuerpo no estaba preparado para soportar el rigor de los entrenamientos.
—Tienes que comer bien, engordar y vitaminar ese cuerpo, o terminarás muerta aquí. Regresa cuando estés lista —me había dicho Abigail con un enfado que no quería recordar.
Por ahora, esa era mi única tarea: comer todo lo que pudiera para ganar fuerza y resistencia, preparándome para soportar los poderes y el duro entrenamiento que Las Tres me imponían. Aun así, no podía dejar de pensar en los sucesos recientes. Una de las ancestras había mencionado que los fantasmas se convertían en seres llenos de oscuridad y deformidad mientras más tiempo pasaran en el limbo, como el fantasma Jane que había liberado.
Max aún conservaba su buena forma, a pesar de haber muerto hace dos años. ¿Había muerto Scott al mismo tiempo? ¿Qué historia ocultaban ambos? ¿Por qué aún no querían ser liberados? ¿Qué los retenía en el limbo? Scott trabajaba para La Corte y, mediante un hechizo sangriento, podía anclarse al mundo de los vivos, permaneciendo aquí como si no fuera un fantasma. ¿Era realmente malvado? ¿Se sentía bien trabajando para esa siniestra sociedad?
Estos dos fantasmas despertaban tanta curiosidad en mí que ocupaban la mayor parte de mis pensamientos. Pero en este momento, mientras me encontraba en el gimnasio, con todos en la cancha de baloncesto preparándose para la clase y el profesor gritaba instrucciones a los revoltosos chicos que no prestaban atención y jugaban entre ellos, era imposible concentrarse en teorías.
—Si dejaras de pensar en asuntos que no te conciernen, podrías enfocarte en tu entrenamiento con los espíritus de Las Tres —intervino una voz de repente. Max apareció a mi lado.
Miré alrededor antes de responder, asegurándome de que nadie me veía, ya que para todos los demás solo estaría hablando sola.
—Eres el menos indicado para hablar de asuntos que no te incumben, considerando que aprovechas cada oportunidad para leer mis pensamientos. Eso es invasivo —le contesté—. Además, ¿cómo sabes de mi entrenamiento? ¿Me has estado espiando?
—Los fantasmas lo vemos todo sin necesidad de espiar.
—Entonces concentra tu maravillosa cualidad en algo que no sea yo.
—Eres una navegante. Tu esencia nos atrae, atrae a fantasmas de todos los rincones. Ya deberías saberlo. ¿O es que tus ancestras no te lo dijeron?
—¿Por qué no me dejas en paz? Lo último que quiero es que me vean hablando contigo —murmuré, molesta.
—Estoy aquí porque tenemos que hablar. Debes alejarte de Scott.
Al escuchar ese nombre, me volteé hacia él, furiosa.
—¿Crees que quiero acercarme a ese idiota? —exclamé. Algunas miradas se volvieron hacia mí, obligándome a disimular antes de continuar—. Scott no deja de seguirme y no lo hará. No descansará hasta entregarme a La Corte.
—No parece que esos sean sus planes, Amara —comentó, con su mirada azulada fija al frente y su rostro atractivo mostrando una seriedad absoluta—. Scott es muy fuerte, peligroso y astuto. Si realmente quisiera entregarte a La Corte, ya lo habría hecho. Eres indefensa aún, podría aprovecharse de eso si quisiera. Pero en lugar de eso, parece que está jugando contigo, en un despiadado y lento juego de cacería. Así es como se divierte.
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El fantasma de Wonder Hall ©
FantasyAmara es enviada a la prestigiosa secundaria Wonder Hall en Estados Unidos, pero su sueño de obtener un título se convierte en una pesadilla cuando descubre que el colegio esconde oscuros secretos. A medianoche, los pasillos cobran vida y, lo más in...