Capítulo 40. La partida

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Hasta ese momento, no me había dado cuenta de lo difícil que podía ser una despedida. El aire fresco del atardecer rozaba mi piel mientras me apoyaba en la barandilla del balcón, observando cómo los últimos rayos de sol teñían el horizonte de un dorado cálido. El lugar donde Scott me había traído era perfecto para ese tipo de reflexiones: un rincón tranquilo y hermoso, rodeado de árboles y flores que parecían susurrar en voz baja con el viento. Pero la belleza del paisaje no lograba apaciguar la opresión que sentía en el pecho.

Suspiré profundamente, intentando acallar el nudo de emociones que me embargaba. Al voltear la mirada hacia Scott, vi la preocupación en sus ojos oscuros, reflejo del conflicto interno que yo misma sentía. Max no estaba a la vista, pero podía sentir su presencia cercana, etérea, aguardando pacientemente mi decisión. Sabía que, aunque la idea de dejarlo ir me partiera el alma, tenía que respetar su deseo de libertad. Max ya no quería estar atrapado en el limbo, flotando entre dos mundos como un recuerdo borroso. Anhelaba el descanso, la paz que le había sido negada por tanto tiempo.

—Es increíble lo difícil que resulta dejar ir a un fantasma cuando te importa —dije en voz baja, sintiendo cómo las palabras se aferraban a mi garganta antes de salir. Me volví hacia Scott, buscando consuelo en su presencia sólida y reconfortante.

Él asintió, con la mirada fija en algún punto indeterminado del horizonte. Parecía estar sopesando mis palabras, como si buscara la manera perfecta de responder sin añadir más peso a la tristeza que ya cargaba.

—Lo sé —contestó finalmente, su voz suave pero cargada de entendimiento. No había juicio ni prisa en su tono, solo un eco de la misma lucha que yo enfrentaba.

Nos quedamos en silencio, compartiendo el mismo espacio pero cada uno perdido en sus propios pensamientos. El viento seguía soplando, acariciando las hojas de los árboles, como si la naturaleza misma intentara reconfortarnos. Pero el vacío que Max dejaría detrás de sí era más profundo de lo que cualquier paisaje idílico podría llenar.

Y sin embargo, sabía que tenía que hacerlo. No era justo aferrarme a él solo porque no estaba lista para dejarlo ir. Max merecía algo más que ser un espectro atrapado. Merecía encontrar su paz.

—Hay tantas cosas que tenemos que hacer ahora, Amara —La voz de Scott estaba llena de preocupación mientras se acercaba a mí, sus ojos reflejando una profundidad de emociones que no podía ignorar—. Yo no contaba con regresar a la vida, ni siquiera pensé que sería posible. Todavía estoy intentando asimilarlo, pero quiero que sepas algo. Aunque sé que aún estoy en peligro, me alegra haber vuelto, me alegra poder quedarme contigo un poco más de tiempo.

Una sonrisa débil se dibujó en sus labios, y sentí una oleada de alivio y temor a la vez.

—Pero hay algo que me inquieta. ¿Cómo sabías toda esa información sobre las dimensiones?

Sentí un nudo formarse en mi estómago. Sus palabras hacían eco de las dudas que yo misma tenía, y la verdad era que no podía dar una explicación clara. Bajé la mirada, observando mis manos como si en ellas pudiera encontrar respuestas.

—No lo sé —admití en voz baja—. Es como si las cosas simplemente... llegaran a mí. Como si mi mente fuera una antena que capta pensamientos e imágenes sin que yo lo controle. Hay tanto en mi poder que aún tengo que descubrir. Siento que apenas estoy arañando la superficie de lo que soy capaz de hacer.

Scott permaneció en silencio por un momento, sus ojos buscando los míos. Había algo nuevo en su mirada, una especie de determinación que no había visto antes.

—Amara, ¿has pensado en la posibilidad de que seas más que una navegante? —Su voz tenía un matiz de tensión, como si temiera que sus palabras abrieran una puerta a un nuevo enigma—. Quiero decir, he conocido a muchos navegantes en mi vida, y ninguno de ellos tenía habilidades como las tuyas. Lo que hiciste, trayéndome de vuelta, no es algo que un navegante común pueda hacer. Quizás eres... algo más.

El fantasma de Wonder Hall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora