Scott
Llevaba varios minutos recostado en la pared de la sala a la que Thalassa me había traído, con heridas por todos lados, algunas menos profundas, y mi daga descansando en mi costado, cubierta de sangre de demonio. Había enfrentado a varios, pero sabía que no habría sobrevivido sin Thalassa, esa valiente y hermosa demonio que me había salvado.
Después de recuperar el aliento, la observé. Su mirada estaba perdida en algún rincón de la habitación, con salpicaduras de sangre en su rostro y en su rubio cabello. Me quedé contemplándola, sin poder entender del todo. Ella había desafiado a su propia especie para protegerme, desobedeciendo a Akram y Velkara. Tenía que haber una razón profunda detrás de su sacrificio.
—Eres una jodida loca —le dije finalmente, consciente de que mis palabras no eran las correctas para agradecerle por haberme salvado, pero necesitaba expresarlo. Ella me miró con seriedad—. Acabas de arriesgarlo todo. Los demonios no se detendrán hasta encontrarte y te acusarán de traición.
—No lo harán.
—Puedes creer que eres lo suficientemente fuerte para enfrentarte al abismo entero, pero recuerda que...
—Scott —interrumpió con calma—. Nadie vendrá por mí. Manipulé sus mentes. Ni siquiera los demonios son inmunes a mi poder.
Guardé silencio sin saber qué decir. Tenía entendido que los demonios tenían absolutamente prohibido utilizar sus poderes entre ellos mismos, lo llamaban una abominación en su cultura.
—Thalassa, lo que hiciste...
—Abominación —afirmó—. Lo sé, pero te aseguro que ni siquiera ellos se darán cuenta de lo que sucedió.
La seguí mirando desde la distancia, cauteloso.
—Eres diferente de lo que creí —murmuré—. Debiste tener una gran razón para hacer todo eso, salvarme y a la vez cuidarte la espalda.
—No soy la chica sensible y caprichosa que crees que soy, te diste cuenta muy tarde.
—¿Todos esos comportamientos eran una actuación?
Thalassa se limitó a sonreír.
—Mi encanto es natural, te lo aseguro.
Me acerqué a ella, manteniendo la actitud de desconfianza. Sabía que era absurdo porque me acababa de salvar la vida, pero saber que la Thalassa que conocía no existía realmente me daba mucho que pensar. Puse mi mano sobre mi daga, fingiendo que solo la apoyaba allí. Thalassa lo notó y sonrió con burla.
—Te vi hablar con Amara antes de que huyera del salón. ¿Qué le dijiste? ¿A dónde la enviaste? ¿Está a salvo?
Thalassa suspiró, luciendo cansada.
—Scott, todo lo que he hecho ha sido por un propósito común, por el bienestar de nosotros. Nunca he sido tu enemiga, aunque así lo hayas creído.
—Yo no te he visto hacer nada que no sea trabajar para Akram como su mascota.
—He hecho más de lo que tú has hecho en todo este tiempo. Que no lo hayas notado es tu problema —respondió con enfado, sus ojos dorados viéndome fijamente—. No quieras actuar ahora como el héroe, Scott. Has sido un asesino con sed de sangre durante mucho tiempo. Pero ahora, que la dulce Amara aparece en tu vida, todo tu comportamiento de mierda desaparece y te crees el perfecto salvador.
No dije nada, así que Thalassa continuó:
—Habla, atrévete a negar que todo esto no es por ella.
—¿Y qué si fuera así?
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El fantasma de Wonder Hall ©
FantasíaAmara es enviada a la prestigiosa secundaria Wonder Hall en Estados Unidos, pero su sueño de obtener un título se convierte en una pesadilla cuando descubre que el colegio esconde oscuros secretos. A medianoche, los pasillos cobran vida y, lo más in...