Camille seguía mirándome con preocupación, a pesar de que ya le había dicho varias veces que me sentía bien. No supe cómo había llegado a mi habitación, pero en los últimos dos días había pasado durmiendo, descansando y comiendo bien. Le había contado absolutamente todo lo que había sucedido, al igual que a Max, que también estaba aquí. Él había reaccionado con un enfado notable por no haber podido ayudarme.
—¿Qué tan mal se ve? —le pregunté con una media sonrisa, refiriéndome a mi rostro.
—Esa mujer te hizo heridas poco profundas en la cara. Te quedarán algunas cicatrices, pero nada que no pueda desaparecer con un buen tratamiento —respondió Camille, su voz calmada, pero sus ojos todavía reflejaban angustia.
—Ya deja de mirarme así, estaré bien. Sobreviví, y eso es lo que importa.
—Estoy seguro de que la preocupación de Camille se debe a que es evidente que la cazadora demonio regresará por ti —dijo Max, con los brazos cruzados y la mirada fija en mí.
—Entonces estaré preparada —respondí, con determinación—. Scott me ayudó, él detuvo a esa demonio, por él es que sigo con vida.
—No lo digas como si hubiese hecho algo muy grande por ti, después de todo lo que te ha hecho es lo mínimo que podría hacer, salvarte la vida —dijo Max con enojo—. Seguramente lo hizo porque quiere que le debas algo. Una deuda de vida es algo demasiado importante, y Scott no hace las cosas por compasión.
No respondí, no quería creer en sus palabras. No quería pensar que Scott me había salvado la vida esperando algo a cambio. Me había protegido de muchas formas en el abismo y había evitado que Velkara me asesinara, sin tener razones para hacerlo. Él me aseguró que no me entregaría a La Corte, y de alguna manera, confiaba en su palabra.
Max bufó y se cruzó de brazos, su mirada cargada de incredulidad.
—¿Confías en su palabra? —repitió, avanzando hacia mí con pasos firmes y molestos—. Discúlpame, Amara, pero jamás creí que pudieras hacer la estupidez de confiar en Scott. Aunque te haya salvado la vida, aunque se hubiese enfrentado al mismo Akram, no deberías confiar en él. Es un mentiroso, un traidor embustero.
Sentí un nudo en el estómago, pero intenté mantener mi voz firme.
—¡No leas mis pensamientos!
—Es imposible no hacerlo cuando lo piensas con tanto gusto y admiración —replicó Max, sus ojos fijos en los míos, desafiantes.
—Yo no lo veo así —dije, tratando de sonar más convencida de lo que realmente estaba.
Max se acercó aún más, su rostro apenas a unos centímetros del mío.
—Lo ves más que eso, más de lo que estás dispuesta a admitir en este momento.
Sentí una mezcla de rabia y confusión. No podía entender por qué Max estaba tan molesto, ni por qué me importaba tanto su opinión. Tomé una respiración profunda y di un paso atrás, intentando crear algo de distancia entre nosotros.
—¿Desde cuándo te debo explicaciones a ti, Max? —pregunté, intentando sonar desafiante, aunque sabía que mis palabras no tenían tanto peso como hubiera querido.
—No es que me debas explicaciones, Amara. Se trata de que yo conozco a Scott, y no puedes dejarte convencer por unas acciones buenas o palabras bonitas. Sé cómo actúa.
—Lo sé, Max. Pero necesito creer que hay una parte de Scott que aún es buena, que no todo es manipulación y traición.
Max suspiró, resignado.
—¿De verdad estás segura de esto? Scott no es tu amigo, Amara, no lo es.
Antes de que pudiera responder, Camille habló, luciendo incómoda y desconcertada.
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El fantasma de Wonder Hall ©
FantasíaAmara es enviada a la prestigiosa secundaria Wonder Hall en Estados Unidos, pero su sueño de obtener un título se convierte en una pesadilla cuando descubre que el colegio esconde oscuros secretos. A medianoche, los pasillos cobran vida y, lo más in...