Capítulo 22. El talismán

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Miré alrededor, observando el extraño escenario que tenía frente a mí. Reconocí los grandes pasillos de Wonder Hall, aunque ahora parecían aún más imponentes, llenos de vida y actividad. Caminé sin detenerme, tratando de absorber cada detalle: los candelabros que colgaban del techo, cuyas llamas parpadeaban suavemente, las paredes decoradas con tapices antiguos que narraban historias de épocas pasadas. Los retratos de personajes, con sus ojos que parecían seguirte a donde quiera que fueras.

Las personas caminaban de un lado a otro, sumergidas en sus propias rutinas, dirigiéndose a clases o al patio. El eco de sus conversaciones llenaba el aire, creando una sinfonía de murmullos y risas. Intenté aparentar normalidad, pero mi corazón latía con fuerza. Había descubierto que esto no era simplemente un paseo por los recuerdos de un fantasma; estas personas podían verme.

Cada paso que daba me recordaba la delicadeza de mi situación. Estaba caminando por el pasado, viviendo en un tiempo que ya no existía, y debía ser extremadamente cuidadosa. Cualquier acción imprudente podría alterar el curso de la historia, y esa responsabilidad pesaba sobre mis hombros como una capa invisible pero palpable. Me movía con cautela, consciente de que cada mirada curiosa que recibía podía significar un descubrimiento peligroso.

Pasé junto a un grupo de estudiantes que discutían animadamente sobre algún tema. Sus voces me rodeaban, llenas de entusiasmo y juventud, recordándome lo vívido y real que era todo esto. Traté de no llamar la atención, mezclándome con la multitud, aunque la tensión en mi interior seguía creciendo. Sabía que debía encontrar una manera de regresar a mi propio tiempo sin levantar sospechas, y cada segundo que pasaba en este lugar aumentaba el riesgo de ser descubierta.

—¡Entonces Scott Langdon me miró y me sonrió como no le ha sonreído a nadie más! —exclamó una chica de lentes, sus ojos brillando de emoción.

La mención de ese nombre me hizo reaccionar de inmediato, una oleada de alivio inundando mi mente. Scott Langdon. Eso significaba que no había viajado a un tiempo muy lejano, que no estaba tan atrás como temía. Si Scott estaba aquí, estudiando en Wonder Hall, entonces Max también debía estarlo. La idea me dio un atisbo de esperanza.

Pensé en Thalassa y me sentí aún más desconcertada. No entendía por qué me había mostrado esto, por qué quería que yo viera este lugar y este tiempo específico. ¿Cuál era su propósito? ¿Qué esperaba que descubriera? Thalassa era un profundo mar de secretos, siempre envuelta en un misterio impenetrable.

—Escuché que se están preparando para el partido de esta noche. ¡Tenemos que ir a verlos! —exclamó una de las chicas.

Oculté la risa que sentí en ese momento. Me parecía divertido que Scott y Max hubiesen tenido tantas fanáticas por todos lados, pero no me sorprendía. Ellos siempre habían sido muy populares en Wonder Hall. Decidí seguirlas, intentando disimular mi curiosidad. Nos dirigimos hacia la zona del campo, donde las chicas se detuvieron en una parte de las gradas para arreglarse, alegando que 'los reyes de Wonder Hall' no podían verlas sin algo de maquillaje.

Mientras ellas se ocupaban de sus retoques, avancé sigilosamente por el campo, mis pasos amortiguados por el césped. De repente, escuché sus voces familiares y me escondí detrás de un arbusto cercano para no ser vista.

—Vamos, amigo, podemos ir a tu casa esta tarde y divertirnos —dijo una voz que reconocí como la de Scott.

—No veo por qué quieres ir de nuevo a mi casa. Mis padres van a salir y, además, ni se te ocurra intentar algo con Daria —respondió Max, su voz tensa y llena de advertencia.

—¿Crees que intentaría conquistar a tu hermosa hermana? Me ofendes, hermano —replicó Scott, con una risa despreocupada.

Me asomé un poco más, lo suficiente para ver a los dos amigos. Scott, con su actitud relajada y sonrisa fácil, contrastaba con Max, que siempre mostraba un aire más serio y protector, especialmente cuando se trataba de su hermana Daria, de la cual yo apenas había escuchado hablar, pues él evitaba mencionar a su familia. Verlos así, bromeando y planeando su día, me llenó de nostalgia. Era como si el tiempo se hubiera detenido en aquel momento.

El fantasma de Wonder Hall ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora