Robo de mercancía

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Adelaida

Tenía mala suerte o todo por primera vez me estaba saliendo mal. ¿Quién demonio se atrevería a robarme mi mercancía?

—"¿Sabe quién fue?" — pregunté.

—"No. Pero.." — Se quedó callado.

—"Pero qué".

—"Pero sabe quién es el culpable". — Sabía de quién hablaba. — "Es el único que haría eso después de lo que le hiciste". — Ricky, como no lo intuí.

Tiré todo lo que estaba en mi puto escritorio. — "Juro que si no lo maté antes no lo dudaría hacerlo ahora, joder, no le pasaré por gracias los millones que me está haciendo perder". — No había nada más caro que la puta heroína . Era la más poderosa.

Miro a Mateo. —"Averigua si fue él, traerme la información de quién se atrevió a robarme mi mercancía".

Ya se estaba oscureciendo y no tenía información de Mateo. — No había comido nada; si esa mercancía no aparecía mi vida estaría en peligro.

«Tranquila» Intente respirar tranquilizándome, no podía tomar alcohol. Empecé a caminar por mi despacho. ¿Qué dinero le daría a Noah? ¿Qué mercancía negociaría con los rusos? Demonio no tenía poder para luchar con dos mafias a la vez.

Mateo apareció por la puerta, me paré y me giré hacia él. —"¿Qué averiguaste?"

—"Nada, la mercancía desapareció cuando pisó la frontera de Italia. Alguien estaba esperando hasta el puto chofer fue secuestrado". — Esto no me podría pasar a mí.

Un dolor fuerte me empezó a dar en la parte baja de mi barriga, me agaché por el dolor. Mateo llegó enseguida a mí. —"¿Está bien?".— pregunto.

—"Sí. Solo es un dolor". — Pero si no fuera por el brazo de Mateo, casi caería al suelo.

Mateo me cargó sacándome de mi despacho. —"El médico ahora".— gritó cuando pasó por la sala.

Me acostó en mi cama. Ana apareció enseguida. —"Todo estará bien".— dijo agarrando mi mano.

El doctor apareció y empezó a revisarme. Mi corazón empezó a lastimar más rápido por su silencio. No quería perder a mi hijo.

—"No hay nada de peligro". — dijo. Casi lloró de felicidad.

—"Por qué le dio el dolor"— pregunta Ana. Mire al médico en busca de información.

—"Necesita comer y no estar ajetreada".— En este momento no podía hacer ninguna de las dos cosas. Pero por mi hijo lo intentaría.

—"No se preocupe, doctor, yo misma la obligaré a comer".—responde Ana acompañando al doctor hacia la puerta.

Mateo se acercó a mí. —"Descansa, si tenemos noticia, yo mismo le informaré". — Tenía que descansar antes de que la cosa empeorara.

—"Jefa, puedo pasar". — Escuché a Lucas gritar. Mateo y yo miramos hacia la puerta.

—"Entra". Dije.

Cuando Lucas entra, mira a Mateo y luego a mí. —"Tengo malas noticias". — Definitivamente, este día era de noticia mala.

—"¿Qué pasó ahora?" —pregunté mientras me sentaba en la cama.

—"Los rusos esperan la mercancía mañana a primera hora". — Si antes las cosas estaban mal, ahora acaba de peorar. Los rusos no son personas que se le pueda hacer esperar y no luego de mandarme su mercancía.

Amor Peligroso {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora