Detrozo

372 26 2
                                        

Adelaida

Cada palabra fue como una daga en mi corazón. Era estúpida pensar que tenía sentimientos por mí, estúpida venir aquí a decirle que lo perdono y que me perdone a mí. Éstúpida por qué estaba a punto de decirle algo sobre mi embarazo.

—"Solo éramos diversión, vete de mi vida ahora. Y te lo advierto, no quiero volver a verte". — Qué podía ser quedarme a humillarme, soy la puta reina de Italia, no me quedara donde no me quieren.

—"Me iré, pero te juró que te vas a repetir".

Salir de su empresa con el dolor en la garganta. — Dime a qué demonio vine a hablar con él. Todo hubiera sido más fácil si le hubiera metido un tiro cuando lo vi por primera vez.

—"¿Qué hacemos ahora?" —pregunta Mateo.

—"Vamos a pasar la noche aquí, mañana a primera hora nos largamos de aquí".— Jamás en mi puta vida volveré a poner un pie en Alemania, jamás iba a volver a saber de mí, nunca de mi hijo. No quería verlo en mi puta vida.

Fuimos a un hotel a pasar la noche. —La mañana siguiente fuimos directo hacia el aeropuerto.

Cuando llegamos a Italia, mandé a reunir a todos mis hombres; la venganza salió de mis planes; necesitaba ponerme a trabajar como la nueva cabeza de la mafia.

—"Lo mandé a llamar porque empezamos a trabajar, los rusos mandaron la mercancía de arma, los chinos la pastilla. Necesito que empiece a trabajar". — Necesitaba tener todo el dinero que invertir para robarle cada puto aliado a Ricky.

—"Una persona te está esperando en tu despacho".— Ana me informa cuando se acerca a mí. No tenía idea de quién podría estar en mi despacho.

Caminé hacia mi despacho con Mateo cerca de mí. Cuando abrí la puerta, Noah, el mafioso de España, estaba sentado. No tenía idea qué estaba haciendo aquí.

—"¿Qué haces aquí?" —pregunté cuando se giró hacia mí.

—"Mi mercancía está a punto de llegar, tendrá la heroína esta misma tarde". — No podía solo mandarme un puto mensaje.

—"Bien. La próxima vez habla con uno de mis hombres. No es necesario que venga a mi casa".— El estúpido solo me sonrió mientras me comía con la mirada.

—"Del otro asunto, si cambia de parecer, estaré aquí". — Por Dios, jamás me acostaría con alguien como él.

—"Sigue esperando". — Le hago seña a Mateo para que se acerque. — "Mateo lo acompañará hasta la puerta para que no se pierda por el camino". — Quería que saliera de mi vista ya.

Alrededor del mediodía, Mateo entró en mi oficina. —"¿Llegó bien la mercancía de Noah?". — pregunté ya tendría que estar aquí.

—"Hubo un problema".— Lo miro sin comprender sus palabras.

—"¿Qué pasó?"

—"La mercancía nunca llegó, alguien no la robó".

Amor Peligroso {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora