Negoció

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<<Ella es mucha magia para alguien que
está acostumbrado a usar trucos>>

Ricky

Joder, se veía tan caliente así con una pistola en su mano, tan segura de ella misma.

Intenté concentrarme sabiendo el hecho de que alguien estaba amenazándome. Pero por alguna razón mi pene y mi cabeza sólo podían concentrarse en su jodida boca.

-"Qué buena tarea hice, para que la reina de Italia esté en mi país, mejor dicho, en mi oficina". Digo levantando una ceja irónicamente.

-"¿Matate a mi esposo, Alex te suena?". —Ese cabrón, he querido matarlo desde hace años, aunque apenas ayer me enteré de su muerte.

Escuché que tenía esposa aunque nunca la mostró, ahora entiendo la razón si es una jodida reina.

-"Lastima que te equivocaste de persona".— Me alejo de ella, pero antes de que tenga oportunidad de alejarme lo suficiente me estrecha contra la pared.

-"No juegue conmigo, no soy uno de tus peleles que pueda engañar".— Se acerca lo suficiente a mi boca, su olor me llega de golpe, mi pene se endureció.

La vi mirar hacia abajo, el hecho de que estaba cerca podía sentirlo. Me miro levantando una ceja. —"Si no es una pistola que tiene ahí, entonces está emocionado de verme". — Joder, nunca en mi vida una mujer me había hecho eso.

La miro mostrando mi sonrisa más coqueta. —"Por qué no baja a descubrirlo"? — La reto.

Se apartó de mí. —"Lástima que no me interese descubrirlo— dijo mientras caminaba hacia mi escritorio nuevamente.

-" Toma asiento".— señaló el asiento frente a mi escritorio, mientras ella se sentaba en mi silla.

Me quedé en mi lugar, no iba a recibir órdenes de una mujer. —"Que te siente, he dicho". — ordenó mientras apuntaba a la silla con su pistola. — "Vamos a negociar"

Tomé asiento, me gustaba cómo sonaba la palabra negocio de su boca. —"¿Qué quiere negociar?"

-"Si no mataste a mi esposo, según tú. Porque toda mi investigación apuntan a ti", dice levantando una ceja, retándome a que diga lo que quiere escuchar.

-"Lastima que no me lleve el mérito de su muerte". —Contestó

-"Muy bien". — Coloca el arma sobre el escritorio. — "No la voy a necesitar, por ahora te necesito vivo"

-"¿Para qué soy bueno?" — La miraba hipnotizado, me encantaba lo segura que era.

-"Te permitiré entrar a Italia, con la condición de que haga negocios conmigo".—dice mientras subía sus tacones negros sobre mi escritorio. Le quedaban perfecto.

Me rió. —"Qué te hace pensar que voy a aceptar, además ya puedo ir a Italia. Sabe que...". — Me interrumpe.

-"Se que tiene una empresa en Roma". — Saca su teléfono. —"Pero si no acepta lo que digo, prende la televisión en una hora. Tendrá noticia de cómo una empresa en Italia queda completamente hecha pedazo". — Lo dice tan seriamente que me enoja el hecho de que amenazando se viera tan jodidamente sexy.

Amor Peligroso {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora