Capítulo 35. Cuarto Año, Parte 17. 1995.

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Unas horas más tarde, tanto Harry como Fleur fueron dados de alta de la enfermería y se dirigieron a la Sala de los Menesteres.

Fleur caminó de un lado a otro tres veces frente al retrato de los Trolls Danzantes mientras Harry observaba, miró el frasco lleno de una sustancia blanca lechosa en su mano. Se abrió una puerta en la pared y entró Fleur, con Harry unos pasos detrás.

Cuando Harry cerró la puerta detrás de ellos y presionó el botón rojo para iniciar el efecto de dilatación del tiempo, se volvió hacia Fleur.

'Podemos hacer esto después de que veas a tu familia, ¿sabes?' -preguntó y ella negó con la cabeza.

"No, creo que necesitamos ver estos recuerdos antes de hacer cualquier otra cosa". Dijo ella, y Harry asintió.

Harry suspiró y pensó en un pensadero.

No pasó nada.

Parpadeó y miró a su alrededor.

"Supongo que la habitación no puede crear un pensadero para nosotros". Reflexionó Harry, y Fleur puso los ojos en blanco.

'¿Podemos tener un pensadero, por favor?' Preguntó Fleur, y apareció un pedestal entre los dos.

Sobre el pedestal había un pensadero de aspecto antiguo. Parecía un cuenco de piedra cubierto de glifos arcanos y escrituras que Harry no podía leer.

Miró a Fleur, quien sonrió.

'¿Olvidaste que hice la Habitación esta vez?' preguntó, y Harry se rió.

'Hice.' Sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa que se desvaneció un momento después.

Destapó el frasco y vertió los recuerdos de color blanco lechoso en el pensadero. Una vez dentro, los recuerdos se arremolinaban como en una corriente.

Harry miró a Fleur, quien miraba los recuerdos arremolinándose en el cuenco de piedra con una expresión entre miedo y determinación.

'¿Estás listo?' Preguntó Harry, sin sentirse listo él mismo.

Fleur asintió y se inclinó hacia adelante, extendió la mano hacia la sustancia lechosa con un dedo largo hasta que desapareció en el pensadero.

Harry respiró hondo y la siguió.

Harry abrió los ojos y encontró a Fleur a su lado. Se encontraban en una habitación destartalada, con paredes de madera destartaladas que enmarcaban ventanas mugrientas. La habitación era pequeña, tenía una chimenea y un desgastado sofá de cuero con sillas andrajosas y que no combinaban a cada lado. Sobre la chimenea colgaba un espejo que llegaba hasta el techo.

En el desgastado sofá de cuero estaba sentada Fleur Potter con su traje de combate descolorido y remendado, el único traje que la había visto usar. En sus manos sostenía un cuadro enmarcado.

En el reflejo del espejo, Harry vio una pequeña cocina, apenas suficiente para un área de preparación de alimentos, sin estufa, horno o refrigerador, ni nada mágico que los reemplazara.

En la pared de la cocina colgaba una impresionante cabeza de ciervo con cuernos.

Un banco estaba contra la pared del fondo de la pequeña habitación que estaba cubierta con hojas de papel sueltas y, encima del papel, había una varita que Harry conocía bien.

Harry Potter y el Cambio mas Pequeño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora