Capitulo I

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Niñez 

Tengo que comenzar a empacar mis cosas, a papá lo han ascendido y es momento de mudarnos a Madrid. No hay nada que me dé más miedo que esto. Amo Oviedo, su cielo, su gente, la sencillez en todo, el poco ruido y las perfectas caminatas por las tardes en su naturaleza. No cambiaría Oviedo por Madrid. Ahora tendré que dejar a mis amigas para asistir a otro colegio.

— Lo que tienes que hacer en estás vacaciones es estudiar mucho Letizia, necesito que tengas beca completa en esa escuela, es una de las mejores. Santa María de los Rosales

— No será una escuela de monjas ¿Verdad papá? ... Con el simple nombre me puedo imaginar lo peor. ¡Por Dios! tengo siete años, a punto de cumplir ocho, y aún a esta corta edad, se que mi vocación no son los hábitos. Me da un escalofrío el solo imaginarme como Sor Juana Inés de la Cruz.

— No mi pequeño demonio, es una escuela normal, con alumnos normales,  ahora sube a tu habitación por tu maleta y de paso apuras a tus hermanas ... Una escuela con ese nombre no podía tratarse de una escuela normal. Pero aún no me preocuparía por eso. Entre a mi habitación, la que en algunas horas quedará abandonada, ví por última vez la vista hacia mi balcón, di un golpe fuerte al piso con mi pie. Espero que Madrid también tenga estás hermosas postales.

— Letizia dice mi madre que te apures ... Telma solo es un año más chica que yo. En una ocasión entramos a la biblioteca unos amigos y yo, con el fin de encontrar una buena lectura, de esas que gozaban los niños de sexto año. Ahí encontramos un libro de lo más detallado sobre el cuerpo humano. Específicamente de sexualidad. Salí traumada, algunas cosas no las comprendí. Pero si algo me había quedado claro es que no venimos de la cigüeña y mamá no espero el suficiente tiempo para volverse a embarazar. Aunque con Ericka, mi hermana menor, por lo menos se esperaron dos años más. Y a pesar de que se puede considerar que Telma y yo somos de la misma edad, papá con ella es más dócil, no la presiona tanto y de cierta manera la deja hacer lo que quiere.

Subimos al auto. Veía con melancolía como cerraban la puerta de mi casa. A tres calles de ahí, vive mi abuela Menchú. Con ella pasaba todas las tardes, tomando mi merienda a las cinco de la tarde en su cabina de radio.

— Ven Letizia, ponte esto ... Me levanté del piso y me acerque a mi abuela, ella me cargó en sus piernas y me puso aquellos audífonos que me quedaban enormes ... — Ahora dí algo por este micrófono ... Ahora que lo pienso, mis primeras palabras fueron... — Soy Letizia Ortiz, tengo seis años y me gusta la escuela ... Todos en aquella cabina rieron, y yo solo sonreí. Estaba al aire — Solo no grites, querida, no querrás dejar a nuestros radioescuchas sordos.

— Quiero que se graben muy bien esa pequeña voz, tal vez muy pronto la escuchen en todas partes... Mi familia estaba llena de periodistas. Entendí que ese era mi camino también, me gustó y quiero hacer de ese sueño una vida ... El claxon de otro automóvil detrás del nuestro me saco de mis pensamientos. No quería dejar Oviedo, no quería dejar a mi abuela. Recargue mi brazo en la ventana, mientras apoyaba mi cabeza en ella.

— La casa les va a encantar niñas, es mucho más grande que nuestra antigua casa, tiene un jardín enorme y una pequeña alberca, se que les va a encantar, y lo mejor de todo es que cada una tendrá su habitación ... Telma grito de felicidad y a mí no me pudo importar menos. Ser la hija mayor implica una enorme responsabilidad, siempre tienes que dar un buen ejemplo a tus hermanos y tratar de ser perfecta en la medida de lo posible.

El camino a la nueva casa se me hizo eterno, llegamos de noche y la mudanza aún no llegaba, lo más probable es que la primera noche en esta casa, la pasemos en el suelo. Y como si mis pensamientos fueran de profeta, eso fue exactamente lo que pasó. Papá fue a buscar algo para cenar, todas estábamos muy cansadas. Pero más mamá. Yo me quejaba porque deje mi antigua escuela, a mis amigas y a mi abuela para acompañar a mi papá en sus sueños, pero estaba siendo completamente egoísta al solo pensar en mi dolor y no en el de mi madre. Ella era una fantástica reportera en la televisora local, la gente la conocía como la palomita blanca, se llama Paloma y trabaja en ese lugar desde que se graduó de la universidad, comenzó como ayudante, hasta que poco a poco comenzó a escalar. Y ella al igual que todas, dejo su fantástico trabajo. Sus compañeros le decían que estaba cometiendo un error al dejar su profesión por el amor. Pero ella siempre ha puesto a la familia por delante.

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora