Sonsoles

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No podía sentirme más sucia. Me acosté con mi marido y aún así, tengo la sensación de que fui infiel. Porque es a Álvaro al que amo. Le prometí respetarlo y ser el único hombre en mi vida. Pero esto del embarazo me ha superado en todos los aspectos. No podía decirle a Carlos que estaba embarazada de otro hombre. Eso podría llegar a resultar en tragedia. Nunca hemos hablado más allá del amor con Álvaro. Tal vez él no quiera hijos, es un alma libre y sin ataduras. Decirle que estoy embarazada no le va a venir nada en gracia, así que tal vez y solo tal vez le estaría haciendo un favor al buscarle otro padre para mí bebé.

— El imbécil de Juan Carlos y su hijo han salido de la cárcel.

— Me alegró ... Carlos estaba muy enojado, sus planes junto a Federico Hernández no estaban resultando como querían. Era un disparate querer apropiarse de uno de los imperios más grandes, empresarialmente hablando.

— ¿Cómo que te alegras? Tu provocaste todo esto ... Estaba muy feliz por ellos. Saber que Felipe había quedado en libertad me daba una paz, porque eso quería decir que Letizia ya estaba más tranquila. Después de nuestra pelea, o más bien de sus palabras, me había quedado en un mar de lágrimas. La indiferencia de Álvaro también me mato. Él es el amor de mi vida y ella es mi mejor amiga. Ella me quiere lejos de su entorno. Y no sé. Tal vez Álvaro también forme parte de ese entorno. Ya me lo había advertido Felipe.

— Si. Me alegró, Felipe es el prometido de Letizia.

— ¡Ah Claro! Tu amiga la periodista. Hace mucho que no te veo con ella. No recuerdo haberla visto en la boda

— Porque ya no somos amigas.

— ¡Hay Sonsoles! Siempre sola ... Se fue dejándome sola con mis pensamientos. Si, estoy sola, lo que tanto miedo me daba, se me estaba haciendo realidad. Ni siquiera me llevo bien con mis compañeros de trabajo.

Cuando salí por la noche una vez más la sensación de paranoia. Se que alguien me ve, y aunque volteo para todos lados nunca veo a nadie. Me subí rápido al taxi con rumbo a la casa de Álvaro. Está noche Carlos no llegaría a dormir. Supuestamente por un viaje a Barcelona por asuntos de trabajo. De seguro y lo más probable es que se fuera con su amante. Pero eso no me importaba. Era la excusa perfecta para pasar la noche con Álvaro.

Ya habían pasado muchos días desde la última vez que nos vimos. No me ha llamado ni yo a él. Pero lo extraño.

— Hola ... Dije, apenas abrió la puerta, sus ojos se ven cansados, como si no hubiera dormido. Al verme solo sonrió, pero no con una sonrisa amplia, es más como de cortesía. Tenía miedo de haber arruinado las cosas. Pero que importaba si de todos modos las iba a arruinar.

— Hola Sonsoles. Pasa ... Entré a su casa, las cosas estaban igual, todo impecable, pero muy silencioso.

— No me has llamado, tenía ganas de verte.

— Han pasado muchas cosas.

— Lo sé.... El silencio se hacía presente. No quería estar así, pero tampoco lo quería lastimar. Había hecho muy mal las cosas. Jugué con fuego y es momento de quemarme.

— Tú también me culpas ¿No es así?... Suspiró. Este no era el Álvaro de hace unos meses, es una versión completamente nueva. Una que jamás había visto y que no se que tan culpable soy de esto.

— Mi cabeza trata de justificar tus acciones. Trato de entender que tal vez hay un motivo más allá de una venganza patética

— Jamás pensé en las consecuencias, jamás pensé que la vida te iba a poner en mi camino y cambiarás mi forma de pensar.

— Has lastimado a muchas personas Sonsoles. Comenzando por tu mamá. La he conocido y no merece ser juzgada de esa manera por la opinión pública, por el simple hecho de haberse enamorado.

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora