Letizia

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El ruido de una pequeña máquina me comenzó a sacar de un sueño tan profundo en el que estaba envuelta. Escucha la voz de alguien que me hablaba. Pero aun en mi estado somnoliento no lograba reconocer esa voz.

— Y es así como en todos estos meses, no hemos logrado encontrar a alguien que llene tu espacio. Ana es buena, pero dice Raúl que no tiene tu encanto. Sabes que, en realidad, pienso que los celos de Felipe hacia él no estaban tan equivocados. Creo que le gustas.

— Además, saliendo de aquí voy a ir a ver a Juan Pablo. Es el niño más bonito que he visto en mi vida. ¿Y como no? Con esos padres que tiene. Tú eres hermosa y Felipe. Amiga, tienes un novio guapísimo, los genes de los dos se mezclan a la perfección... Cada vez iba escuchando mejor. Es la voz de María. Pero ¿Por qué estoy así?

Comencé a abrir poco a poco los ojos, sentía una gran pesadez, que con mucho esfuerzo logro entrar un rayo de luz que me sentía encandilada

— ¡Oh por Dios! ¡Letizia! Has vuelto ... ¿Pero he vuelto de dónde? Me sentía muy extraña. Como si algo me faltará. Sentía como si me hubiera pasado un tráiler de carga encima, y para variar no podía moverme ... — ¿Amiga me escuchas? ... Su voz se escuchaba entre alegre y asombrada. Quería responderle que sí, pero tampoco podía hablar.

— Voy a llamar al médico ... Estoy en un hospital, pero ¿Por qué? Trato de hacer memoria, no llega nada a mi mente, lo único que hago es balbucear... — Abrió los ojos doctor ... Aquel hombre apareció en mi vista y dejo caer sobre mis ojos aquella luz blanca que me cegó por unos segundos.

— Lo ha hecho. Letizia ¿Puedes escucharme? ... Solo me limité a mover la cabeza en señal de afirmación... — Muy bien. ¿Puedes hablar? ... Volví a cerrar los ojos, me sentía muy presionada. Quería que ese hombre se fuera y me dejara de peguntar cosas. 

— Voy a llamar a su familia ... Por fortuna me volvieron a dejar sola. Saque mi lengua para hidratar mis labios, ya que los sentía muy secos y amargos. Gire mi cabeza y vi todos aquellos aparatos a mi alrededor, mi mano con una aguja pinchada en la vena, moví mi brazo. Cuando escuche que alguien venía. Volví a cerrar los ojos.

— Tus padres vienen enseguida, no tengas miedo. Abre los ojos ... Confíe en ella y los volví a abrir. Su sonrisa fue lo primero que vi. Lo que no me quedaba muy claro es porque mi amiga estaba aquí, y no lo estaba nadie de mi familia. En ese momento fue como si la información se comenzara a cargar en mi cabeza.

— ¿Por qué estoy aquí? ... Por fin pude decir, eso pareció alegrarla un poco más.

— ¿No recuerdas nada? ... En eso llegaron más hombres con bata blanca. Eso lejos de ayudarme, me estresaba un poco más, me removí en la cama, lo cual me pareció genial, ya que hace unos minutos no podía moverme.

— Tranquila, solo te vamos a hacer algunos estudios ... Me dijo uno de los hombres... — ¿Estás de acuerdo? ... Moví la cabeza una vez más que sí... — De acuerdo. Ahora lo que necesito que hagas es que muevas tu brazo izquierdo. Mueve la cabeza en afirmación si sabes cuál es tu brazo izquierdo ... Ahora me hacía sentir como una tonta.

— Si puedo hablar ... Dije al momento en que moví con cuidado mi brazo izquierdo. Aún me sentía muy rígida.

— Excelente ... Salió de mi vista, para luego hablar con los demás hombres ... — A que hacer una tomografía y una resonancia magnética ... Dos de ellos salieron, pero otro se volvió a acercar a mí para realizarme más pruebas físicas. Levantaron un poco el respaldo de mi cama, seguían lanzando luz sobre mis ojos, tocaba mi mandíbula, y revisaba mi oxigenación. Yo seguía sin entender nada. Cuando unas enfermeras iban entrando por mí para llevarme a realizar esos dichosos estudios. Llegaron mis padres.

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora