Sonsoles

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Ya no podía parar lo que había ocasionado, en ningún momento quise que las cosas llegaran a este punto. Estaba encerrada en mi oficina, rehuyendo de mi realidad. No solo estaba acabando con Juan Carlos y Felipe, estaba destrozando prácticamente dos familias. La de mi mejor amiga y la de mi madre. Ahora sus nombres corren como reguero de agua. Nadie se ha dado cuenta de que a la mujer que crucifican como una zorra es nada más ni nada menos que mi madre. 

 Esta mañana mi padre me ha llamado. Molesto, como los últimos meses. Cuando era niña mi más grande ilusión era poder convertirme en su más grande orgullo. Estoy tan lejos de eso, su tono era frío y de decepción, quería que parara todo, que dejaran de involucrar a mi madre en todo esto. Piensa que tengo el poder. Tal vez eso es lo que le he hecho creer a las personas, pero en realidad no soy nadie ante mis dos jefes. Ellos querían resultados, y yo se los di de la peor manera. 

 Un nuevo mareo me saco de mis pensamientos. No me encontraba bien, se lo podía atribuir a mi mala alimentación en los últimos días, a todas las emociones o a cualquier otra cosa. Pero no era estúpida, sabía que todos los encuentros que he tenido con Álvaro, han sido sin precaución. 

 Esperaba que algo así no me pudiera pasar. Salí de la oficina y me dirigí con mi ginecóloga, aquello que solo sería una revisión se convirtió en una nueva preocupación. Una de la que no iba a poder salir bien librada. 

- Estás embarazada. Dos semanas ... Cuando me estaba revisando pudo notar algo diferente, no dijo nada al momento, solo me ordeno unos exámenes de sangre. Cuando vi la hoja de la orden médica comencé a sudar frío. El resultado no ayudó mucho. Estoy embarazada. Cerré los ojos y mis lágrimas comenzaron a salir automáticamente, no era de felicidad. Es un miedo acumulado, no he tenido relaciones con Carlos. No puedo llegar de buenas a primeras con esta noticia, sabrá que no es de él y todo podría acabar en tragedia. Una vez más habría que planear algo. 

 Cuando salir de ese lugar, con una tristeza palpable, gire para todos lados, tengo la extraña sensación de que alguien me sigue, pero cuando volteo para todos lados, simplemente no hay nadie. Es mi cabeza que me está jugando chueco, es mi conciencia que me dice que todo está mal conmigo. 

 Llegue a casa con ganas de no saber del mundo, con ganas de que la tierra me tragué y que todos puedan olvidar que algún día existí. Me senté en el sofá, con mis pensamientos en blanco y mi alma rota. Estoy cansada. El timbre de la casa comenzó a sonar. Me alegro el día apneas abrí la puerta y vi a Álvaro parado justo en ella, aunque detrás de él estaba Letizia y la otra mujer que me presento en la cafetería. Me sorprendí al ver a los tres en mi casa, y más cuando vi la cara de Letizia, esa que te juzga sin necesidad de abrir la boca. 

 - Letizia. Pasen por favor... Les permití el paso, Letizia se apresuró haca mi para darme una bofetada, esa acción si me había tomado por sorpresa, sé que no me merezco un abrazo o algún tipo de clemencia. Era una cachetada más que merecida. Álvaro se apresuró a ponerse en medio, yo ni siquiera planeaba meter las manos para defenderme, si Letizia me quería golpear, escupir o cualquier otra cosa, estaba en todo su derecho. Me lo merezco. 

- Eres una maldita. Cómo te atreviste a hacer todo esto ... Comenzó a llorar, sus palabras se atoraban en su garganta. Es mi mejor amiga, debí pensar en ella antes de hacer todo esto, pero es muy tarde para arrepentirme. Álvaro tampoco me voltea a ver, quiere a Felipe como un hermano, y aunque aún no me diga nada, sé que esto a él también le duele.

- No fue mi intención Letizia. Jamás busqué hacerte daño

- ¿No buscaste hacerme daño? Entonces que pretendías con meterte en la empresa de Felipe... La veía tan alterada que en cualquier momento le podía dar algún ataque de nervios. Álvaro la tomaba de la cintura para poner más distancia entre ella y yo. 

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora