Nunca he sido un romántico. En realidad la cursilería me daba urticaria. Me daba pena ajena ver parejas profesando amor eterno. Pero creo que la vida siempre se encarga de que uno se trague sus propias palabras. Pues ahora siento que solo quiero decirle cosas bellas a Letizia. Decirle que desde que la volví a ver, el amor que tenía guardado por ella volvió a salir como un carcelero cuando vuelve a sentir el aire de la libertad.Me desperté a mitad de la noche. Dormir abrazando a Letizia es simplemente lo mejor. Cómo si dos piezas de rompecabezas encajarán a la perfección, así me sentía con ella. Sentía que podía ser perfecto o por lo menos esforzarme para que ella viera en mi a un buen hombre, alguien que la pueda hacer feliz siempre.
La noche se me hizo complicada, pues ella dormía plácidamente, y su camisón me dejaba ver ese gran escote, el borde de sus pechos, su piel tersa, solo me atrevía a tocarla con la yema de los dedos. Su cintura es tan pequeña que me quería perder en ella. Estaba tomando todo mi autocontrol para no irme encima de ella. Solo ver su cuerpo y su dulce cara de ángel me creó una gran y dolorosa erección debajo de mi pantalón deportivo. Necesitaba atención, pero no quería perturbar su sueño. Salí de la cama y entre al baño. Nunca había tenido que recurrir a estás cosas. Nunca había respetado tanto a una mujer como a Letizia, ella no era como las demás y aunque en mis dos últimos intentos rehuyó de mi, se que muy pronto lograría estar con ella.
Cerré los ojos y me concentre en tocarme, imaginando que recorría su cuerpo con mis manos, que entraba y salía de ella como su dueño. Imaginaba sus gemidos y suplicando por más. Estuve así por algunos minutos tratando de no hacer ruido más que el que mi cuerpo ya hacia. Terminé, limpie todo y me lave las manos. Después de lavarme la cara y controlar lo agitado que estaba, volví a la cama. Y ahí estaba ella. — Te necesito Letizia ... Dije en voz baja, me veía como un gran acosador. Me calme y volví a envolver mis brazos en su cuerpo. Ella se acomodó y dormí una vez más con el olor de su cabello.
A la mañana siguiente desperté y ella ya se había levantado. Era muy temprano aún, no me sorprendía que fuera tan madrugadora.
— Hola hermosa buenos días ... Salí de la habitación, estaba sentada en la alfombra leyendo algunos papeles sobre la mesa de centro.
— Hola ¿Quieres café? ... Me senté a su lado, para abrazarla ... — Lo que quiero es que regreses a la cama, hace frío.
— No puedo, me tengo que preparar para ir a trabajar
— Está noche es la fiesta de Álvaro espero no lo hayas olvidado.
— No lo olvide, prometo salir temprano del trabajo para alistarme. Me dió un beso rápido
— ¿Cómo te sientes? ... Anoche al escucharla llorar me dió tanta impotencia, Sonsoles nunca se ha dado cuenta que siempre estuvo rodeada de personas que realmente la aprecian. Sabía perfectamente lo que Letizia estaba sintiendo, a mí me lo hizo cuando era niño. Me quedé sin mi mejor amiga, las risas, las confidencias, las visiones de una vida adulta que solíamos imaginar. Todo tirado a la basura por un error que cometió la gente adulta. Algo de lo que yo no podía adivinar que pasaría. Sonsoles me hecho de su vida, como se echa a alguien que simplemente ya no necesitas.
— Mejor, supongo, aunque no me voy a dar por vencida, ella tiene que darme una explicación.
— Está bien, solo no quiero que esto te afecte, si hay alguien que falló a esa amistad fue ella. No quiero volver a verte llorar por culpa de ella. Si Sonsoles no puede apreciar que tiene a la mejor amiga del mundo, entonces simplemente no te merece.
— Confío en que las cosas se van a arreglar, yo sé que si .... No quería quitarle esa esperanza, no era justo que le matará esa ilusión, aunque sabía perfectamente cómo iba a terminar todo.
ESTÁS LEYENDO
La Encrucijada del A+A
RomanceLetizia, Sonsoles y Felipe, se conocen desde que eran unos niños y asistían a la misma escuela. Letizia como la niña becada, Sonsoles como la niña rebelde y Felipe, como el niño que tiene la vida resuelta. Dos de ellos se amaban desde la infancia, p...