Letizia

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Estoy tan feliz y emocionada por este premio. Me moría de ganas por qué llegará el día de la celebración. Cuando estudié periodismo nunca imaginé ganar o recibir tan bonito reconocimiento.

Terminé el programa y apenas sali del plato. Me dijeron que Sonsoles había hablado de la empresa de Felipe. Aparentemente nada malo, pero aún así, me resultaba extraño.

Estaba muerta de sueño, está noche tocaba en el departamento de Felipe. En pocos meses ya habíamos estructurado una dinámica muy interesante. Yo estaba prácticamente instalada en su casa y el en la mía.

— Hola amor ... Llegué justo a las doce de la noche. Últimamente tengo sueño todo el día a pesar de que cumplo con mis horas de sueño habituales.

— Hola, pensé que ya estarías dormido... Tenía su bata de dormir puesta. Me acerque a darle un beso, olía delicioso, pero su fragancia me provocó una náuseas. Que antes de que el pudiera corresponder, salí corriendo al baño.

— ¿Amor estás bien? ... Saque todo lo que tenía acumulado, lo que me causó una sensación de vacío en el estómago. Él tocaba la puerta y lo escuchaba tan lejos, creo que se me ha bajado la presión. Esperé a que esa sensación de mareo se me pasará para poder salir y no preocuparlo. Me lave los dientes.

— Si, creo que algo me ha caído mal

— Vamos con el médico

— No, estoy bien, ya se me pasó... Tenía el estómago revuelto que ni siquiera ganas de cenar me dieron. Me metí a la cama con toda la intención de dormir. Me acomodé en mi almohada. Hasta que comencé a sentir los besos de Felipe en mi cuello. Era plenamente conciente que está tarde lo había dejado con las ganas.... — Amor, estoy cansada.

— Lo se, pero desde la tarde tengo ganas de estar contigo... Subió arriba de mi y comenzó a besarme otra vez. Yo estaba tan rendida que sus besos no me estaban provocando nada. Hasta que simplemente me quede dormida.

Me desperté apenas escuché unos ruidos a lo lejos. Abrí los ojos y ya era de día. Aún con las ventanas cubiertas por las cortinas, los rayos del sol, se dejaban hacer presentes. Me puse mi bata y Felipe ya estaba en la cocina preparando el desayuno.

— Buenos días ... Me acerque a darle un beso en la mejilla. Me dijo buenos días con un tono seco, como si estuviera molesto. Ayer me quedé dormida, pero no lo había hecho intencional... — ¿Quieres que te ayude? ... Yo actuaba normal, su enojo se le tenía que pasar si no le ponía tanta atención.

— No, si quieres puedes seguir durmiendo... No dije nada más, no iba a pedir una disculpa por estar cansada y querer descansar. Me aleje y me senté en la sala para revisar mis correos en la computadora.

— ¡Mira! Me han enviado una invitación para una  exposición de arte para el día sábado ¿Vamos? ... Dije muy emocionada, el sábado es mi cumpleaños y sería perfecto poder celebrar con algo que me gusta. Amo el arte y la literatura.

— ¡No! ... Me grito, lo que me hizo girar a verlo... — El sábado es tu cumpleaños.

— Lo se, por eso sería buena idea.

— No, yo planeaba llevarte a cenar amor.

— Pero no interfiere, podemos ir a la exposición y saliendo, ir a cenar.

— No Letizia, a dónde te quiero llevar está en Segovia, es un buen restaurante y se que te va gustar mucho ... No dije nada más, solo respiré profundo. No quería enojarme también yo por esto. Se acercó a mi a dejarme mi plato de comida. Sentados en el suelo comiendo en la mesa del centro de la sala. Serios porque ninguno de los dos quería romper el hielo. Terminamos de comer, iba a levantar los platos, pero el me lo impidio, se levantó a dejar todo en el lava platos para después volverse a acercar a mi. Me abrazó y yo solo le sonreí... — No hagas planes para el sábado. Te quiero solo para mí .... Me límite a sonreír. Aunque no quería.

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora