Sonsoles

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No podía estar más enojada, aquel atrevimiento me pareció demasiado. Regañe a las causantes por dejarlo pasar. Mi cara la sentía roja por el coraje, y a eso se le sumaba el haber recibido un arreglo floral por parte de mi madre. De inmediato pedi que lo mandarán a la basura.

Encendí mi computadora, las investigaciones periodísticas ya se estaban llevando a cabo. Le presente la propuesta a mi productor y estuvo de acuerdo. Así que más le valía a Felipe de Borbón y a toda su familia, no tener negocios chuecos, por qué no me iba a tentar el corazón al exponerlos.

— Sabías que ya vienen los premios del periodismo. Todo parece indicar que vas a estar entre los equipos de las nominadas  ... Teníamos muy poco de estar al aire, la audiencia era muy variada, aún no habíamos podido llegar a los puntos deseados, pero aún así, el programa era bueno. El formato de noticias no era lo mío, siempre había soñado con tener mi propio programa de revista, pero las condiciones de las cosas me llevarían a este lugar.

— Eso sería asombroso, estaría bien que TVmedia me asegurará ese premio ... Tanto he sufrido del maltrato de mis dos jefes, que por lo menos, me merecía ese premio. Aunque eso me llevará a una vez más competir con Letizia.

— Si eres tan buena como dices, sabrás ganarlo tu sola.... Salió de mi oficina. La vista de Felipe me dejó pensando, tal vez ahora no sería mala idea hacer una visita a mi ex amiga. Revisé el reloj y aún estaba a tiempo. Sali de la televisora rumbo al departamento de Letizia. Suponía que nuestros horarios laborales no eran tan diferentes. Y aunque no quería reconocerlo, también la extrañaba, pero esta visita no era para arreglar las cosas.

Apenas llegué, estaba un coche estacionado y ella salió del edificio con llaves en mano. No voy a negar que eso me sorprendió.

— Mira nada más, con coche Letizia, con razón estás tan enamorada de ti noviecito... Ella siempre se negó a comprarse un coche, decía que no era necesario tocar sus ahorros para eso. Era más que claro que Felipe se lo había regalado.

— Hola Sol ¿Cómo estás?

— Bien, me ha ido excelentemente bien, todo en la vida me sonríe ... No sé porque estaba actuando así. Ella estaba tan serena y tranquila, ahora sí parecía que no le afectaba verme.

— Me alegró mucho, te lo mereces.

— Déjate de hipocresía Letizia ¿Para que me mandaste a tu noviecito a hablar conmigo? ... El solo recordarlo me vuelvo a enojar. Felipe de Borbón siempre me puso los pelos de punta, y no de manera romántica, siempre me exasperó.

—Yo no mandé a Felipe a ningún lado. Me imagino que si fue, fue solo para tratar de arreglar las cosas, aunque me imagino que eso es imposible.

— ¿Arreglar que? Es obvio que te valió mi amistad y te fuiste a los brazos del hombre que sabías que yo odiaba.

— Nunca me quisiste contar que fue lo que había sucedido para que lo odiaras tanto.

— Y dime Letizia ¿Eso hubiera cambiado las cosas?

— No, porque ahora que se todo, Felipe no tiene la culpa de nada,  siempre lo culpaste injustamente.

— Cállate, eres una traicionera. Pero sabes que, al final el te va a hacer lo mismo porque lo trae en la sangre, se va a cansar de ti y te va a dejar por alguien más. Y ahí me vas a recordar dándome la razón.

— Eso nunca va a pasar, y es triste darme cuenta que seas tu, mi mejor amiga la que decida terminar tantos años de complicidad y buenos momentos por algo así. Deberías aprender a escuchar y dejar atrás todo. ¿Por qué sabes que? Conocí a tu madre y ella siempre te ha amado.

— ¡Cállate! ... Estaba harta de que todo el mundo me dijera lo mismo, sentía que todos me estaban dando la espalda. No era una loca como me llamaban.

— Sol, tienes que superar esto ... Trato de tomar mi mano pero me alejé. Tenía un nudo en la garganta, una sensación rara en el estómago, como si la ansiedad estuviera cerca... — Todos te queremos y queremos estar cerca de ti, yo te extraño, extraño a mi amiga de toda la vida. Pero también amo a Felipe y no pienso dejarlo.

— Siempre has sido una cursi. Quédate con tu Felipe, vive la vida de "ensueño" que tanto imaginaste. Aunque eso nunca vaya a suceder.... Estaba a punto de irme, pero no sin antes decir lo decepcionada que estaba de ella... — Ah, y por lo que veo le vendiste muy bien tu virginidad. Mira que regalarte un coche. No eres tan tonta como pensaba.

— Que seas muy feliz Sonsoles, en verdad te lo deseo ... Se subió al coche y solo ví a mi mejor amiga marcharse. Una vez más tenía que hacer mi corazón duro. Necesitaba un abrazo. Y el único que parecía estar conmigo era Carlos.

Tomé un taxi rumbo a su oficina, mañana por la noche seremos oficialmente marido y mujer. Me bajé del taxi unas cuadras después ya que al imbécil del taxista se le paso la entrada. Caminé, el aire estaba algo fresco, pero al menos ya no estaba nublado.

Pero me quedé pasmada apenas lo ví saliendo del edificio con una mujer, la ayudó a subirse a su coche. Lo que nunca hace conmigo. Mi corazón se terminó de romper cuando la vi besándola.

El coche paso justo enfrente de mi y él ni siquiera se percató de mi presencia. No paraba de llorar, tenía el corazón demasiado lastimado. Maldito Carlos, cuánto te odio.

Me regresé al canal, no podía contar nada de lo que me pasaba. Ya estaba cansada de causar lastima y de que siempre sea la burla de todos. Mañana me casaría, no importando lo que pasará. Terminaré siendo la mujer en la que nunca me quise convertir.

Cuando llegué a casa, Carlos ya estaba dormido, seguramente tuvo su excelente despedida de soltero. Tenía unas ganas inmensas de matarlo.

Aquella noche no pude dormir, sería la novia más demacrada y desdichada.

Caminaba por ese largo pasillo, del brazo del único hombre que no me ha decepcionado. Mi padre. Mis compañeras de trabajo a las que ni siquiera considero amigas. Mis jefes desde las bancas sin sentir aprecio por mi. Y un montón de extraños a los que nunca en mi vida había visto. Ese es el día de mi boda, que parecía más bien un funeral. El hombre que me estaba jurando amor eterno y fidelidad, se había revolcado con otra mujer. Las lágrimas salieron de mis ojos, sabía que estaba cometiendo un grave error. Ya nada podía hacer nada al respecto.

— Si, acepto... Así firme mi propia condena. Ahora solamente era darle paso a la celebración. Yo no tenía nada que festejar. Mi padre se había ido temprano, al notar que yo no estaba feliz. Carlos estaba con todos sus socios que parecía más un cóctel empresarial que una boda. Me cambié de ropa y salí de ese lugar, como una novia fugitiva, quería embriagarme y eso era justo lo que iba a hacer.

Entre a un bar. La luz era tenue, la música estaba en un buen volumen. Di el sorbo a mi primer trago, me quemó la garganta y pedí uno nuevo. Así estaría por un buen rato.

— Mira a quien tenemos aquí. A la misma Sonsoles Ónega.... Otro de los imbécil que en mi vida me hubiera gustado volver a ver.

— Álvaro Fuster ... Y de pronto el imbécil se convirtió en la mejor compañía que podía tener en esa noche, y a la mañana siguiente. Porque si Carlos pudo, yo también puedo.

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora