Capitulo V

110 20 43
                                    

Felipe

Todos aquellos hombres reunidos en la sala de juntas, exigiendo respuestas de algo que ni nosotros mismos sabíamos lo que había pasado. Un desfalco por miles y millones de euros. En eso mi madre también me había mentido. Estaba enojado conmigo mismo, estaba enojado con todo el mundo. Ella no aprecia y por obvias razones, tampoco respondía a su celular.

— Las respectivas demandas están interpuestas. Queremos nuestro dinero de vuelta a como de lugar... El más enojado era Federico Hernández, el primer hombre en sospechar. Todos los demás lo seguían en esta guerra campal de gritos e inconformidades.

— Están en todo su derecho. Pero no solo por el negocio, si no también por los hombres cabales que somos. Vamos a averiguar lo que pasó. Pero sobre todo a responder por todas su pérdidas. Lo haremos conforme a la ley... Aún así mi padre trataba de mantener los animos tranquilos. Jaime Alfonsín no sabía donde meter la cabeza, era más que claro que el también fue cómplice. No había manera que mi madre sacará un solo euro sin que el estuviera enterado.

— Estás metido en un gravísimo problema Jaime... Todos los hombres se habían retirado. Quedando solo en aquella fría e iluminada sala de juntas nosotros tres. Mi padre estaba casi encima del hombre que estaba próximo a alcanzar la tercera edad. Y que solo se limitaba a mirar hacia el suelo y decir que el no había hecho nada malo.

— La señora Sofía es la culpable de todo. Ella me ordenó que firmará aquellos documentos y que alterará los reportes. Me dijo que iba a reponer ese dinero. Y yo le creí. Pero todos los meses era cada vez más y más.

— ¿Y por qué Diablos no nos dijiste nada? ... Grité aventando todos los documentos a la mesa. Mi frustración era que siempre lo sospeche y aún así no hice nada para averiguar más.

— ¿A quien podía hacerlo? Me va a perdonar Don Juan Carlos, pero usted tiene más de seis meses que no se presentaba. Felipe siempre dijiste que tú no te harías responsable. La señora Sofía tenía toda la carta abierta para hacer lo que se le venía en gana... En eso el hombre tenía razón. Descuidamos todo por él simple hecho de sentir que mi madre había venido a invadir y refutar todas nuestras decisiones... — Además ella me tenía amenazado con que me podía hacer algo a mi o a mi familia. Ustedes saben que yo soy la cabeza de mi familia.

— Mi madre jamás te podía hacer nada.

— Ella no, pero el jovencito con el que anda si. Es claro que el que está detrás de todo esto es él... En ese momento recordé al hombre que estaba con mi madre en su oficina el otro día. Besandose como si estuvieran en un motel.

— Más te vale que no trates de huir, Jaime. Porque yo si soy capaz de buscarte y matarte con mis propias manos.

— Voy a enfrentar esto y demostrar que no tengo absolutamente nada que ver... Salió azotando la puerta. Mi padre y yo volvimos a tomar asiento en un absoluto silencio. El sentimiento de culpa no se iba de mi. Me ahogaba el pecho.

— Debí informarte, apenas supe que las cosas no estaban bien... Me creía un hombre de negocios, que sabía exactamente lo que hacía. Pero al final resulta ser un joven de veintiséis años sin ninguna experiencia. Un novato cualquiera.

— No es tu culpa hijo, esto fue planeado a la perfección por tu madre y ese maldito hombre sin rostro... Se levantó de su asiento para abrazarme y darme consuelo. Sabía que estaba decepcionado de mi madre. Al final resultó que mi estructura familiar era todo un asco... — Hablaré con los abogados. Cuando tengamos un plan, iré a tu casa para notificarte. Ahora vete a descansar... No quería hacerlo, quería permanecer en la oficina y revisar todos los documentos que Jaime tenía para enviarme. Pero mi padre tenía razón. Había que estar con la cabeza fría para poder enfrentar todas las deudas que nos van a caer encima.

La Encrucijada del A+ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora