One

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Emma Miller:

Me hubiese encantado decir que me levante bien con el canto de los pajaritos junto a la persona que amo, pero no, lo único que paso fue despertarme en el hospital de un muy largo descanso.

En la mesita de luz, hay una variedad de cartas con colores y corazones, a demás de muchos ramos marchitos de rosas negras.

Trate de levantarme de la camilla y comenzó a sonar una alborotoza alarma. Podía oír los pasos acelerados de las personas retumbando en las sombrías paredes del pasillo, un rastro de enfermeros comenzado a entrar sorprendidos.

Sus expresiones eran inesperadas, como si algo no estuviese bien.

Se acercó uno de los especialistas de manera sigilosa como si quisiera no espantarme.

-Señorita Miller, buenas noches. Nos alegramos de que haya despertado- sonrío de manera muy impresionada, como si eso no fuera posible- Creo que debemos darle una gran explicación del porqué está aquí- respiro profundo y continuo- Verá... hace tres años tuvo un accidente en el cual cuando llegó sus signos vitales iban dentro de todo no tan graves, con en pequeño detalle, de que permaneció en un estado vegetativo durante este ciclo- mi cuerpo se estremeció, odio los hospitales, solo necesito irme a mi casa- En un momento le desconectaremos este aparato para que pueda irse tranquilamente a su hogar.

Por la gran puerta se asomaba una tenebrosa sombra. El ruido de los tacones contra el cerámico del suelo empezó a hacer eco en las cuatro paredes.

El olor a colonia de frambuesa predominaba en la habitación, poco a poco pude divisar al o la sujeto que se adentraba. Era imposible reconocerla, nose de quien se trataba pero si sabía que al parecer me extrañaba.

-Emi... no te das una idea de lo que te he extrañado- con sus largas uñas acercándose a mis mejillas las aparte de un tirón.

-Lo siento, quien eres?

La cara de la joven cambió a una expresión de total tristeza, como si fuese una persona muy especial para ella.

-Emma... realmente no lo recuerdas?- pregunto la peli negra rompiendo en llanto mientras entraba el mismo doctor que me dio el diagnóstico para desconectar finalmente la máquina.

Salí de allí para tomarme un taxi e ir a mi casa con el objetivo de poder descansar algo, mi cabeza explota.  Al abrir la puerta, lo primero que pude sentir fue el aire fresco y  solitario que abundaba allí.

Para mi sorpresa, mi madre no está, pensé que sería la primera en recibirme con los brazos abiertos pero así no fue. Tal vez ha viajado por negocios, como siempre ha hecho.

Deje una bolsa llena de las distintas tarjetas y regalos, no puede ser que no reconozca ninguna de esas personas.

Un tal Reth, una Kaia, un Heist, un Pierce y finalmente, el que más se repetía era el nombre Frey.

Dormí un poco mientras veía las cartas, no lo pude contener, lo necesitaba.

Tomé una taza y preparé café, el olor del café fue lo mejor que me pudo pasar hoy.

El crujido de la maderas del piso de la entrada resonaron por todo el lugar, me acerqué lentamente y pregunté que quién era, no hubo una respuesta.

-Quien es?- volví a preguntar y ninguna respuesta.

Me acerqué a la puerta un poco más y la abrí dejándome ver un sujeto de espaldas, su cabello estaba mojado por la lluvia, sus zapatos rechinan. Pregunte que necesitaba y como antes no respondió, solo se dio vuelta y me miró con conmoción.

-Puedo pasar?- pregunto en un tono bajo y grave. Esa voz me produjo escalofríos.

-No- respondí con frialdad- No dejare entrar a un desconocido- el me miro y una gota cayó lentamente, nose si es por la lluvia o que ha llorado.

-Lestrange...

-Lestrange?- se corrigió a sí mismo de inmediato y me tomo del mentón acercando su cara a la mía.

-Miller- le pegue una cachetada y lo aleje de mi.

-No vuelvas a poner tus asquerosas manos en mi cuerpo- su expresión cambio a una nostálgica.

-No ha cambiado en nada...

-Nose a que te refieres.

-Eres la misma Emma de la que me enamoré, una mujer increíble y poderosa que no se rebaja ni con la persona que más ame con todo su corazón.

-Por favor, solo vete y déjame en paz- se me acercó quedando frente a frente, me di vuelta y le cerré la puerta en la cara.

My strange addiction - Frey SteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora