Two

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La lluvia cada vez se volvía más ruidosa, a este punto de la noche se me hacía imposible poder dormir.

Di vueltas en la cama millones de veces buscando una miserable gotita de sueño, pero no.

Me levanté y encendí el velador, busqué desesperadamente un tren antiguo de mi padre. Está colocado en una repisa añeja llena de polvo.

Aún se me vienen a la cabeza los hermosos recuerdos de él y yo mientras reparábamos una pieza de las vías que había roto mi perrito.

¿Quien será ese sujeto?

No deja de atormentarme, ocupa cada huequito de mis pensamientos.

Porque no te puedo sacar? Porque? ¿Porque sos tan familiar?

Lo recuerdo y mi corazón late con desesperación, como si se fuese a escapar de su lugar.

Y si realmente me conocía? Porque ha venido en la noche lluviosa? Será un impostor?

Mi padre solia decir que no confiemos en la gente ajena, por más que a veces jure conocernos, solo debemos ir lentamente a paso tortuga mientras analizamos las cosas.

Nunca hay que creerle a un extraño.

Pero este extraño no lo siento tan ajeno.

Es alguien que, confusamente, siento conocido.

Decidí ir a dormir porque mañana deberé salir a tomar aire para tratar de recordar algo, no ha podido anotarme en la facultad, quien lo diría, he perdido tres años de mi vida en un maldito hospital.

El crujido de los nudillos contra la puerta comenzaron a hacer eco por toda la casa, tomé el teléfono y encendí la linterna. Baje lentamente escalón por escalón hasta llegar al piso de abajo. Vi por la nirilla y abrí la puerta con mucha emoción.

-Ma- mamá...

Corrí hasta ella y la abracé fuerte como nunca, se puede decir que al estar al borde de la muerte se valora un poco más todo.

-No sabes lo que te he hachado de menos- me abrazo aún más fuerte mientras lloros quedaba, en voz baja, agradecía a todos los santos posibles por estar aquí abrazada a ella.

-Mi amor pensé que te perdía- besó mi frente-esta todo bien... esta todo bien.

Con el corazón en la boca, tome asiento en el sillón junto a ella y prepare un café caliente.

-Hija...tenemos que hablar respecto a algo- asentí con preocupación- Se que has perdido l memoria, me han llamado del hospital. Se que pensarás que hay gente extraña, pero te ayudaré con eso.

-A que te refieres con "gente extraña".

-Me refiero a gente que si conoces pero considerarás extraña.

Al otro día, nos levantamos temprano para ir a correr juntas, recorrimos todo Willson de cero para recordar parte por parte, l cual, recordaba completamente.

Mientras seguíamos el recorrido en la plaza central, un hombre se acercó a mi madre para hablar con ella, es alguien alto, peli negro muy parecido al chico de anoche. Me saludo nostálgico como si me conociera de algún lado, yo solo le sonreí y permanecí junto a mi madre.

Nos invitaron a cenar y mi madre aceptó, terminamos yendo a casa para bañarnos e ir a comprar ropa, mi ropa ya era corta, pegue el estirón en esos tres años.

Cuando les digo que la tarjeta de mamá sufrió es que literalmente sufrió.

Compramos un poco de maquillaje porque el mío estaba vencido, a demás de mi rutina, o la que era mi rutina de skincare.

Cuando volvimos a casa finalmente con todo listo, nos volvimos a bañar y a arreglar, esta vez coloqué un poco de maquillaje y me vestí con un pantalón cargo beige y una blusa manga larga negra.

Fuimos a la mansión que queda a dos casas de la nuestra, al tocar la puerta, abrió un rubio que me abrazó al entrar.
A dentro se encontraban tres hombres grandes y este chico que nos abrió la puerta. Nos saludo bien, por ahí me pareció un poco arrogante pero dentro de todo bien.

-Emma como te has estado sintiendo luego de tanto tiempo en el hospital?-preguntó uno de los hombres, este era peli negro de ojos heterocromaticos.

-Emm. Se podría decir que bien. No he hecho mucho la verdad- me miro un poco desconfiado.

-No recuerdas quien soy verdad?- asentí con la cabeza un poco nerviosa- soy Mason, un gusto- estrecho su mano y la acepté.

Siguieron hablando un buen rato hasta que pedí para ir al baño. Me indicaron que subiera las escaleras, por alguna razón se me hacía muy familiar esta casa, como si alguna vez hubiera estado en estos pasillos obscuros y muy tenebrosos.

Mienstras caminaba buscando el maldito baño, vi una pista media abierta.

La habrán olvidado?

Me asome un poco y empecé a observar las cosas que tenía dentro, esta muy linda. Tiene varios dibujos en las paredes, esta fría, la habitación es fría. Sentí los pasos de alguien acercándose y me escondí dentro del armario. Cuando más cercanos se oían, sonó un portazo que me hizo temblar. Intente moverme un poco chocando con una caja que se me cayó en la cabeza haciendo que maldijera en lo bajo.

La luz me pego una cachetada y me encontré con el joven que se presentó en mi casa anoche solamente con una bata. El me miro confuso pero al mismo tiempo con ánimos. Mis mejillas se sonrojaron de la vergüenza, extendió su mano para ayudarme a pararme, la acepté.

-Estás bien?- pregunto examinándome por todos lados.

-S-Si- Me levanté con su ayuda y empecé a guardas las cosas que se habían caído de la caja, eran aún más dibujos, entre estos, habían unos de sombras y una chica de ojos distintos muy similares a los de Mason-Lo...Lamento...

-Que haces acá?- pregunto y yo solo me quede en shock.

-Yo...Solo estaba buscando el baño.

-Creo que acá no está- dijo con sarcasmo  a lo que yo le revolié los ojos.

Cuando me di vuelta para irme vi en una esquina unas luces con broches enganchados a fotos y regalitos tiernos. Los vi de reojo y me sorprendí al ver eso.

Me quede peor que antes cuando me encontró.

Esas son fotos mías.

Voltee a verlo y  le di una cachetada.

-QUE MIERDA SON ESAS FOTOS?!- el me miro sorprendido y no dijo nada-MALDITO PSICOPATA.

Camino a mi para tomarme de las manos a lo cual trate de zafarme del agarre pero no pude, maldito.

-Escucha, no entiendes lo que pasa y te entiendo pero no vuelvas  abofetearme.

Mis ojos empezaron a lagrimear, carajo. Odio esto, el solo me miro perplejo y cambio el agarre a un abrazo cálido.

Tuve intenciones de cortarlo pero no podía, solo necesitaba un abrazo.

Un abrazo.

Su cabello mojado me humedeció la espalda de la remera, pero no importó. Recordé que él estaba solo con la toalla  y finalmente me fui de esa habitación

My strange addiction - Frey SteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora