Capítulo 38

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Con cada latido, mi miedo se eleva hasta convertirse en una entidad tangible que impregna el aire

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Con cada latido, mi miedo se eleva hasta convertirse en una entidad tangible que impregna el aire. Puedo saborearlo en la punta de mi lengua y hago todo lo posible por tragarlo, sin éxito.

―¿Faye?

Levanto la cabeza para encontrar a Nam Joon mirándome fijamente, su mirada es tan ilegible como solía ser hace años. Me ve fijamente, buscando algo y estoy aterrorizada de lo que pueda encontrar. La vergüenza se despliega en mi estómago hasta que invade cada centímetro de mi cuerpo.Si se enterara de lo débil que soy en realidad, nunca me vería de la misma manera.

―¿No me mostrarás tu habitación?

Asiento distraídamente y lo conduzco escaleras arriba, mi corazón late en mi garganta. Papá le pidió que se quedara a tomar una copa después de la cena, y no puedo evitar temer lo que pueda pasar. La forma en que Nam Joon le habló antes lo habrá enfurecido, y sospecho que papá intentará controlar los daños. Sin embargo, no lo logrará y una vez que se dé cuenta de eso, serán So-hee y So Sa-ra quienes pagarán por eso probablemente en el segundo en que salgamos de esta casa.

La puerta de mi habitación se cierra detrás de mí, la habitación familiar me llena de nada más que un frío disgusto. Estas cuatro paredes me brindaron relativa seguridad durante años, pero siempre se sintieron como una prisión. Todavía se sienten así.

―Me pregunté sobre esto la última vez que estuve aquí, cuando te recogí para nuestro viaje a Hawái. ¿Cómo es que no hay fotos ni recuerdos
de ningún tipo en tu habitación? Me sorprende que no tengas al menos una foto de tu mamá.

Mis ojos se abren cuando una ola de dolor me invade.

―Yo... solo me gusta el estilo minimalista.

Camina hacia mí, obligándome a dar un paso atrás, pero eso no lo detiene. Él simplemente sonríe mientras me acorrala, mi espalda choca con la pared y su mano ahueca mi mejilla. Su toque es siempre tan suave, tan reverente. Nunca me tocaron con tanto cuidado en esta casa, y eso me deshace. Me dan ganas de revelarle todos los secretos con la esperanza de que él me salve, pero esto no es un cuento de hadas, y yo no soy Cenicienta.

―¿Es por eso que tenemos picaportes adornados y cojines con detalles en nuestra
casa? ―pregunta, con los ojos brillantes.
—Ciertamente explica los tonos dorados perfectamente combinados en toda nuestra casa y los hermosos patrones recurrentes que elegiste.

Separo mis labios para refutar sus palabras, solo para descubrir que no puedo. Mis mentiras no se sostienen frente a un hombre que me conoce mejor de lo que nunca pensé que podría.

―Dijiste que lo intentarías, Faye... así que inténtalo por mí, bebé. Nada de lo que puedas decir me hará alejarme de ti, ni pagaré tu honestidad con mentiras. Admitiré fácilmente que fue difícil escuchar que, sin saberlo, impacté tu educación profundamente, pero ¿no ves que eso no cambia nada? El pasado es lo que es, inmutable, irreversible, y a pesar de eso, aquí estamos, tú y yo. Solo quiero conocerte mejor, ángel.

Lo veo a los ojos, tomando en cuenta su sinceridad y sus súplicas. El mismo hombre al que mi papá atiende se para frente a mí luciendo completamente impotente, y de alguna manera, me otorga el coraje que necesito.

―Solía tener una ―murmuro, mi voz es apenas por encima de un susurro.
—Una foto de mi mamá y de mí.

―¿Sí? ―me anima, su pulgar roza el borde de mi labio mientras se inclina más cerca.

―Fue tomada en un parque de diversiones, y yo estaba usando un lindo y tonto sombrero de fresa. Ella me tenía en sus brazos, y ambas estábamos sonriendo tan brillantemente que solo ver esa foto me traía una especie de alegría agridulce. Yo estaba sonriendo hacia la cámara, pero ¿mamá? Ella estaba viendo hacia mí.
Tenía la sonrisa más grande en su rostro, como si yo fuera un milagro para ella.

―¿Qué pasó con la foto? ―pregunta, con sus dedos empujando posesivamente mi cabello.

―A So-hee no le gustó. Odiaba tener una foto de mi mamá en casa, así que un día, después de que ella y mi papá discutieran, él irrumpió en mi
habitación y destruyó la foto. También tenía un collar que le pertenecía, era un relicario de oro que ella estaba usando en esa foto, y él también lo tomó. Es lo último que tenía de ella, y nunca más lo volví a ver, no quería dejar ningún recordatorio que molestara a So-hee.

Aprieta la mandíbula por un momento y me tenso.

―¿Qué clase de mujer le envidiaría a una niña los recuerdos de su mamá? ―pregunta, con la voz cargada de ira.

Niego con la cabeza y fuerzo una sonrisa.

―Estoy segura de que había más. So-hee no es... ella siempre fue buena conmigo. Es la única mamá que he conocido realmente, y nunca sentí que me tratara de manera diferente a las chicas. Si lo hizo, fue más porque yo era la mayor.

Niega con la cabeza y suspira.

―¿Y tu papá? ―pregunta, con tono cauteloso.
—¿Él fue bueno contigo?

Asiento al instante, y un escalofrío me recorre la espalda.

―Por supuesto. Es estricto, como estoy segura de que sabes, pero siempre fue un buen padre para mí. ―Las palabras salen de mi boca sin pensar, alimentadas por el miedo. Estoy aterrorizada de lo que Nam Joon podría hacer si descubre la verdad. Intentaría protegerme, pero al hacerlo, condenaría a So Sa-ra, So-Yeon y So-hee.

―Estás nerviosa ―susurra.
—¿Por qué?

Mi respiración se acelera un poco, y fuerzo una sonrisa.

―Yo solo... es la primera vez que te traigo a casa, y el ambiente estaba un poco tenso.

Me ve fijamente, con expresión sombría, y una pizca de decepción flotando en sus ojos, como si supiera que le estoy mintiendo.

―¿Realmente no sabes cuánto es probable que ganes?

Asiento vacilante, sin saber cómo explicarlo. Sé que debería decirle que no presione a mi papá y que no me importa que administre mi dinero,
pero las palabras no salen de mis labios.

Si lo que dice Nam Joon es cierto, habría estado ganando más de un millón de dólares al año, desde hace años. Siempre creí que el dinero nos salvaría, pero ¿y si lo hemos tenido todo el tiempo?

Me duele incluso considerar ese escenario. Se suponía que todo mejoraría una vez que me casara, pero mi papá no ha cambiado. Si no necesitábamos el dinero para nada, ¿por qué necesitaba casarme con Nam Joon? ¿Por qué no había diferencia?

Con cada día que pasa, los restos de esperanza a los que me aferraba se disipan, dejándome cada vez más desconsolada. No sé cómo salvar a las chicas, y no estoy segura de poder tener el futuro que Nam Joon me ofrece cuando el pasado sigue arrastrándome hacia los pozos de la desesperación.


 No sé cómo salvar a las chicas, y no estoy segura de poder tener el futuro que Nam Joon me ofrece cuando el pasado sigue arrastrándome hacia los pozos de la desesperación

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