HADA
La noche pasó rápidamente con Ander a mi lado. Desperté y él seguía dormido, parecía un niño que nunca había roto un plato, pero estaba segura que había roto la vajilla entera. Le estaba acariciando el rostro, paseando mis dedos por sus ojos, su nariz, su mentón y, finalmente, sus labios. Me encantan esos labios, son absolutamente perfectos.
Mis dedos seguían su recorrido, dibujando caminos invisibles sobre su piel. Pasaron por sus ojos cerrados, que guardaban secretos y emociones que solo él conocía y que yo estaba ansiosa por descubrir. Deslizaron por su nariz, delineando cada contorno con cuidado. Bajaron hasta su mentón, firme y definido, y finalmente llegaron a sus labios.
Esos tentadores labios. Joder, son absolutamente perfectos, como si hubieran sido esculpidos por el más talentoso de los artistas o el mismísimo dios Zeus. No pude evitar esbozar una sonrisa mientras los acariciaba suavemente, sintiendo su textura suave y cálida bajo mis dedos.
En ese momento, Ander se movió ligeramente, su rostro relajándose aún más bajo mi toque. Mi corazón se aceleró un poco, temiendo haberlo despertado, pero sus ojos permanecieron cerrados, aunque sabía que estaba fingiendo dormir. Decidí jugar también. Me acerqué más a él y me puse de lado, apoyando mi cabeza en mi brazo y con la otra seguí haciendo dibujos, pero cada vez iba bajando más y más. Deslicé mis dedos por su cuello, pasando por sus hombros, bajando por su pecho, llegando a esos abdominales que daban ganas de chupar y morder, y esa "V" que tenía una línea de vello que se escondía por debajo de la sábana blanca. Si es que tiene un cuerpo de infarto. Mi mano también se escondió debajo de ella, llegando en principio a acariciar su pene, que ya estaba despierto, para luego deslizar mi mano arriba y abajo, tortuosamente lento.
—Quiero que todos los días me despiertes así, Pocahontas —sonrió.
Sonreí también, y con una risa traviesa le respondí:
—Vaya, y yo pensando que seguías dormido...
—¿Quién quiere dormir teniendo a su novia desnuda al lado? —menudo fanfarrón.
—Hay que levantarse, solo falta una hora y media para que empiece la primera subasta.
—Una hora y media... tenemos media hora para prepararnos y una hora para follar —dijo mientras me subía a horcajadas sobre él.
—Ander, ahora no podemos... —intenté explicarle, pero me cortó.
—Tú has empezado, Pocahontas. — me sonrió— Ahora tienes que terminar lo que empiezas.
Empezó a mover sus dedos sobre mi clítoris y ya no pude hacer ninguna queja más. Él salió ganando, bueno, yo también, porque me encanta todo lo que me hace este hombre. Cada toque suyo me hacía olvidar el tiempo y las responsabilidades, sumergiéndome en un placer que solo él sabía cómo despertar en mí.
Finalmente, nos levantamos y nos dirigimos al baño. Entramos en la ducha por separado; si entrábamos juntos, sabía que tardaríamos más y ya era casi tiempo de llegar a la feria.
Me vestí un peto vaquero de pantalón corto que resaltaba mis piernas, dándome un toque rústico y moderno a la vez. Mi top era un pañuelo rojo, atado en la espalda, dejando al descubierto mis hombros y gran parte del abdomen. Lo que nunca podía faltas en mis pies son unas botas texanas, estas son cuero marrón claro eran geniales. Estaban adornadas con detalles bordados y pequeños destellos que capturaban la luz. Para completar el look, llevaba un sombrero de ala ancha a juego con las botas. Soy toda una vaquera texana como dice mi padre.
Cuando salimos de la cabaña, Erick y Dakota estaban en el pequeño porche de su cabaña esperándonos.
—Vaya, ¿qué pasa? ¿Se os han pegado las sábanas? —preguntó mi hermano—. Sí, definitivamente el sexo es beneficioso para la piel.
ESTÁS LEYENDO
ERES MIA VAQUERA
RomanceHada de Luna, una joven veterinaria criada en un tranquilo rancho cerca de McKinney, Texas, vivía inmersa en la serenidad de los campos y la compañía de los animales. Cada día comenzaba con el frescor del amanecer y terminaba con el silencio reconfo...