BILL'S

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HADA

Ander y yo pasamos la noche con el caballo herido. Por la mañana, la inflamación había mejorado bastante y uno de los hombres de la reserva se haría cargo de las siguientes curas. Dejé a Ander en su casa; su cara mostraba lo cansado que estaba. La verdad es que dormir sobre un montón de paja no es muy cómodo.

Al volver a casa, hablé con mi padre sobre el caballo y le conté cómo había pasado la noche cuidándolo. Él escuchó atentamente, preocupado pero aliviado de que el caballo estuviera mejorando. Además, le mencioné que hacía unas semanas había puesto unas cámaras de seguridad a escondidas de los Lakota, esperando poder captar cualquier cosa sospechosa que pudiera ayudar a proteger a los animales y al rancho.

—¿Dónde están las grabaciones? —inquirió mi padre, sus ojos marrones buscando los míos con una mezcla de ansiedad y determinación.

—En un pendrive —respondí con voz firme, tratando de transmitir confianza en mi decisión.

Un leve suspiro escapó de sus labios mientras procesaba mi respuesta. Finalmente, levantó la mirada, escudriñando mi rostro en busca de más detalles.

—¿Y cómo estás segura de que nadie más las verá? —preguntó con una ceja arqueada, claramente preocupado por las posibles repercusiones.

—Las he guardado en un lugar seguro, fuera del alcance de los Lakota. Es crucial mantenerlas protegidas —expliqué, tratando de calmar sus temores con mis palabras.

Mi padre asintió lentamente, su expresión endurecida por la responsabilidad que compartíamos. Sabíamos que estas grabaciones podrían ser nuestra salvación o nuestra perdición, dependiendo de cómo manejáramos esta delicada situación.

—Buena decisión, Hada —dijo finalmente, con una determinación renovada en su voz—. No podemos arriesgarnos a que descubran nuestras medidas de seguridad. Llevaré las grabaciones ante el jefe de la reserva para que las revise, pero primero iré a los Rangers para presentar una denuncia. ¿Has visto algo sospechoso?

—No, pero tengo sospechas sobre quién podría ser —dije, mirándolo directamente—. Jack intentó sabotear la venta de los caballos en la feria para que compraran los suyos en lugar de los nuestros. Erick y yo pudimos convencer al señor Cooper de que viniera a nuestra exhibición, y fue entonces cuando decidió comprar nuestros caballos. Sabes que el y su padre siempre han querido las tierra de los Lakota.

—Entiendo —respondió mi padre, frunciendo el ceño—. Mantente alerta y observa cualquier movimiento extraño. Debemos proteger lo que es nuestro.

—Gracias, papá —le dije con sinceridad, sintiendo el peso de su aprobación—. Haré todo lo posible para asegurarme de que todo esto no vuelva a pasar.

Él asintió con seriedad, luego tomó un momento para reflexionar antes de continuar.

—Además de las cámaras, necesitamos estar más atentos que nunca. No sabemos cuánto tiempo podremos mantener esto bajo control. Tenemos que estar alerta.

Como todavía era temprano, decidí darme una ducha y ponerme algo cómodo antes de acostarme un rato en mi cama. Sin embargo, tres horas después, ya no podía seguir en la cama. Me di cuenta de que, en cierta parte, me había acostumbrado a tener a Ander a mi lado durante estas noches.

Me levanté justo cuando mi madre y las chicas del servicio terminaban de poner la mesa para la comida. Mis tripas rugían; no había comido nada desde el día anterior y yo soy de buen comer. El guiso que había cocinado mi madre olía delicioso, y eso solo provocó que mi estómago rugiera aún más.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora