LOS ÁNGELES (PARTE 2)

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ANDER

Me senté en silencio, observando cómo Hada intentaba mantener la compostura después del comentario hiriente de Stacy. La sensación de enfado comenzó a arder en mi pecho, y apreté los puños bajo la mesa para contenerme. No podía creer la falta de tacto y crueldad de Stacy y Clarisse. Ver a Hada afectada me dolía más me dolía.

Cuando Maddison y Leyre intervinieron, sentí un alivio momentáneo, pero la tensión en el aire seguía siendo palpable. Quería defender a Hada, quería gritarles a todos que ella era diferente, que lo que sentía por ella era real, que estoy enamorado de ella. Pero también sabía que hacerlo solo podría empeorar la situación. Lo último que quería era convertir esto en un espectáculo aún más incómodo para ella.

Miré a Hada, tratando de transmitirle apoyo y amor a través de mis ojos. Le di un apretón en la mano, deseando poder absorber toda la incomodidad y el dolor que ella pudiera estar sintiendo.

A pesar de la situación, Hada sonrió y respondió a todas las preguntas que mis amigos le hicieron, demostrando una fortaleza que me impresionaba. Pero yo conocía a Hada lo suficiente para saber que detrás de esa sonrisa, la situación la estaba afectando más de lo que dejaba ver.

Finalmente, cuando Stacy y Clarisse se levantaron y se marcharon, dejé escapar un suspiro de alivio. Aunque la situación había sido incómoda, ahora teníamos la oportunidad de relajarnos y disfrutar de la compañía de nuestros verdaderos amigos.

—¿Estás bien? —le susurré a Hada, envolviéndola en un abrazo protector.

Hada asintió, pero podía ver la tristeza y la incomodidad en sus ojos. Me sentí culpable por haberla llevado a una situación tan desagradable.

—Lo siento mucho —dije, con voz llena de sinceridad—. No debería haberte puesto en esta situación. Stacy y Clarisse son... bueno, no deberían haber estado aquí.

Hada me sonrió suavemente, tratando de tranquilizarme.

—No es tu culpa. Estoy bien, de verdad. Estoy feliz de estar aquí contigo.

Sentí una oleada de amor y admiración por Hada. Su capacidad para mantenerse fuerte y positiva a pesar de la adversidad era una de las cosas que más amaba de ella.

—Hada mirame, —le pedí, y la miré con intensidad—. Te amo, y lo que siento por ti es real. Eres lo mejor que me ha pasado amor.

Hada me sonrió, y supe que, a pesar de todo, todo iba a estar bien. Me incliné hacia ella y le di un beso suave en la frente, prometiéndome a mí mismo que nunca permitiría que nadie más la lastimara.

A partir de ese momento, me enfoqué en hacer que el resto de la noche fuera especial para mi novia. Me reí y bromeé con mis amigos, compartiendo historias y disfrutando de la comida, asegurándome de que Hada se sintiera bienvenida y amada. La mirada de incomodidad y tristeza en los ojos de Hada fue reemplazada lentamente por una sonrisa preciosa.

Después de la cena, nos dirigimos a un club privado llamado Angels. Todo el grupo entró por la zona VIP, y vi cómo Hada miraba con una sonrisa divertida y negaba con la cabeza al ver la entrada exclusiva y la zona del reservado donde nos llevarían.

—Niño pijo —me susurró Hada, con una chispa traviesa en sus ojos.

Le devolví la sonrisa, recordando nuestro encuentro de esa mañana.

—¿No has escarmentado con el castigo de esta mañana? ¿O es que quieres más? —le respondí en tono de broma.

Hada se hizo la tonta, fingiendo no saber de qué estaba hablando.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora