DE HAMBURGUESAS GIGANTES A PELUCAS DE ESPAGUETIS

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HADA

Después de un largo día y de despedirnos de todos, Ander, Derek y yo estábamos listos para emprender el viaje de vuelta a Los Ángeles. Como era temprano y aún teníamos tiempo, Ander sugirió parar en algún lugar para comer antes de continuar.

—Enano, ¿quieres que busquemos un sitio para comer patatas fritas antes de volver a casa? —le preguntó Ander mientras sentaba a Derek en su sillita.

Derek, con los ojos brillantes y llenos de energía, no tardó en responder con un grito:

—¡SÍÍÍ!

Nos reímos al ver su entusiasmo. Ander se subió al coche y arrancó, y pronto estábamos en busca de un buen restaurante. Con la ventana bajada, Derek señalaba todo lo que veía y no paraba de hablar. Bueno hablar... hablar no. Más bien gritaba cuando algo le gustaba así que para calmarle o eso creía Ander que iba hacer, le puso la patrulla canina en la tablet que había sujeta en mi reposa cabezas, cuando Derek lo vio solo hizo que gritara más para cantar la canción.

—Creo que ahora está gritando más. —dijo Ander riendo.

Finalmente, encontramos un restaurante a mitad de camino de Los Ángeles que prometía tener un buen menú. Una camarera se acercó a nosotros, sonriendo al ver cómo Derek, con su pequeña carita concentrada, estaba mirando el menú como si entendiera algo.

—Hola, señorito —dijo poniéndose a su altura, mientras Derek le regalaba una sonrisa—. ¿Ya sabes qué vas a querer comer?

Derek asintió con entusiasmo, aunque no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo. Volvió a mirar el menú, y al ver una imagen de una hamburguesa gigante, sus ojos se iluminaron.

—¡¡Eso, eso!! ¡¡Mío, mío!! Mmmmmm... —exclamó, señalando con su dedito.

Ander, que estaba sentado a su lado, se inclinó para ver qué era lo que Derek le estaba señalando a la camarera.

—¡Venga ya, Derek! ¡Eres muy pequeño para eso! —dijo Ander, con una sonrisa divertida. La camarera soltó una risita, y yo, intrigada, pregunté:

—¿Qué es lo que ha pedido? —pregunté, conteniendo la risa.

—El "Retro Challenge" del restaurante —respondió Ander, mostrándome la imagen en el menú—. Una hamburguesa de 800 gramos, con mucha cebolla, lechuga, tomate, pepinillos, bacon, queso, seis huevos y un kilo de patatas fritas.

No pude evitar reírme al imaginar a Derek intentando comerse semejante monstruosidad.

—Derek, cariño, eso es demasiado grande para ti —dije, acariciando su cabecita mientras él seguía mirando la foto, como si aún no estuviera convencido.

—¡¡Eso, eso!! Mmmmmm...... —repitió Derek, intentando sonar convincente mientras señalaba con insistencia la hamburguesa.

—Sí, claro, campeón —dijo Ander riendo—, pero si te comes todo eso, vamos a tener que llevarte a casa rodando.

La camarera, que estaba disfrutando del espectáculo, sugirió:

—Quizá podría traerle una versión mini de la hamburguesa, a ver si así se queda contento.

Derek, aunque no entendí

a del todo, asintió entusiasmado, feliz con la idea de recibir una gran hamburguesa, aunque fuera en versión reducida.

—Vale, y que no falten las patatas fritas —añadió Ander, tratando de contener la risa mientras Derek aplaudía en su silla, emocionado por su próximo festín.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora