ESTO NO ES VERDAD

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HADA

Llegué al rancho con el corazón hecho pedazos, apenas podía pensar en otra cosa que no fuera el dolor que sentía. No podía comer, no podía dormir, solo cuidaba de Derek y me refugiaba en el único lugar que me daba algo de paz: los establos, con Kanda. Mi caballo, mi compañero, parecía ser la único que entendía el caos que llevaba dentro. 

Mis padres se habían encargado de todo, incluso habían despedido a Colt al día siguiente de aquel maldito enfrentamiento en el Bill's. Desde entonces, nadie en el pueblo había vuelto a verlo, y se rumoreaba que se había marchado de nuevo a Carolina del Norte. Pero yo apenas podía pensar en nada más allá de la próxima carrera por el bosque con Kanda, el único momento en el que sentía que mi mente dejaba de torturarme.

Esa mañana no fue diferente a las demás. Estaba en los establos, preparando a Kanda para salir a galopar, cuando escuché pasos detrás de mí. Sabía quién era antes de girarme.

—Hada —dijo Erick, mi hermano, con ese tono suave que usaba cuando estaba preocupado—, no puedes seguir así.

Me detuve un segundo, apretando la silla de montar con más fuerza de la necesaria.

—Estoy bien —mentí, sin atreverme a mirarle a los ojos.

—No, no lo estás. —Erick se acercó más, colocándose a mi lado mientras yo intentaba seguir con lo mío—. Hada, te estás haciendo daño, y lo sabes. No puedes seguir evadiéndote con Kanda como si eso fuera a arreglar las cosas. ¿Por qué no me cuentas lo que ha pasado?

Cerré los ojos, sintiendo que las lágrimas estaban a punto de desbordarse. Erick y yo siempre habíamos sido muy unidos, y él era la única persona en quien sentía que podía confiar. Pero las palabras me costaban, como si pronunciarlas fuera a hacerlas aún más reales.

—No es tan simple, Erick —murmuré finalmente, con la voz temblorosa.

—Hada, lo que sea que haya pasado, puedes decírmelo. No estás sola en esto —insistió, colocando una mano en mi hombro con cariño—. Soy tu hermano joder, y estoy aquí para ayudarte.

El nudo en mi garganta se hizo más grande, y al final, las palabras comenzaron a salir, como un torrente incontrolable.

—Ander... —empecé, y ya no pude detenerme—. Ander me ha mentido. Todo este tiempo he estado recibiendo mensajes y fotos de Brianna. Al principio pensé que era solo una exnovia molesta, pero después... —Sentí que la voz se me quebraba—. Me enteré de que Brianna había estado amenazándolo pero no se con que, y cuando vi las fotos de ellos... Dios, Erick, no pude soportarlo. Me sentí tan traicionada, tan... tonta por confiar en él. Nunca me contó nada sobre las amenazas, nunca. Ander no confía en mí.

Erick me escuchaba en silencio, su mano nunca dejando mi hombro, ofreciéndome el consuelo que no sabía que necesitaba. Cuando terminé de contarle todo, él dejó escapar un suspiro profundo.

—Hada, no puedo imaginar lo que estás sintiendo, pero te diré algo —dijo con seriedad—. Entiendo que te sientas traicionada, y tienes todo el derecho del mundo a sentirte así. Pero si Ander realmente estaba siendo chantajeado, y si no te ha dicho nada... No sé, tal vez deberías hablar con él antes de tomar una decisión definitiva.

Lo miré, tratando de contener la tormenta de emociones que se arremolinaba en mi interior. No quería escuchar eso, no quería pensar en Ander, en lo que había hecho o dejado de hacer. No quería darle la oportunidad de explicar nada, porque eso significaría enfrentar de nuevo todo el dolor que estaba tratando de enterrar.

—No puedo, Erick, le dejé los papeles de divorcio con sus abuelos. Supongo que ya se los habrán dado —dije finalmente, con la voz rota—. No puedo enfrentarlo, no después de todo esto.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora