DESPIERTA POCAHONTAS

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ANDER

Han pasado ocho meses desde que Hada desapareció, y no hay rastro de ella. No, como, no duermo; estoy destrozado porque no sé nada de mi Pocahontas. Todas las pistas que teníamos no nos llevaban a ningún lado. Yaran y Lia estaban igual que yo, no salían para nada del rancho, mi familia venía todos los días para apoyarnos en esto. Esto es muy duro.

Mis noches en la habitación me las pasaba abrazado al mapache que consiguió ella para mí en la feria, joder, duele, duele mucho no tenerla a mi lado. Cada día sin ella es una auténtica agonía.

Varias veces nos enviaban a algún lugar, pero cuando llegábamos, apenas había rastro de ellos, aunque sí había evidencias de que habían estado allí.

La desesperación y el dolor eran constantes en mi vida desde que Hada había desaparecido. Cada día sin ella era una agonía. Las búsquedas infructuosas, las falsas pistas, y la impotencia de no poder traerla de vuelta me estaban destruyendo. Nuestras familias, amigos y la tribu hacían todo lo posible por animarme, pero nada podía llenar el vacío que sentía en mi corazón.

Una noche, mientras revisaba por enésima vez las notas y pistas en la oficina del rancho, sentí una mano en mi hombro. Era Erick, con un semblante tan cansado como el mío.

—Ander, tienes que descansar un poco. No puedes seguir así —dijo con preocupación en su voz.

—No puedo descansar, Erick. No, mientras Hada esté ahí fuera y no sepamos dónde —respondí, sintiendo la frustración en cada palabra.

Erick suspiró y se sentó frente a mí.

—Lo sé, pero necesitamos que estés en tu mejor forma cuando finalmente encontremos una pista que nos lleve hasta mi hermana. Tienes que mantenerte fuerte, por ti y por Hada.

Asentí, sabiendo que tenía razón, pero sin poder sacudir la desesperación que sentía. La rabia y la impotencia seguían creciendo dentro de mí.

—¿Alguna noticia nueva? —pregunté, aunque sabía la respuesta.

—Nada concreto. Solo un par de avistamientos que ya están verificando, pero no parecen ser muy prometedores —respondió Erick, mirándome con tristeza.

El silencio llenó la habitación mientras ambos nos sumíamos en nuestros pensamientos. Entonces, el teléfono de Erick sonó. Contestó rápidamente y su expresión cambió a medida que escuchaba al otro lado de la línea.

—Entendido. Nos pondremos en marcha de inmediato —dijo antes de colgar.

—¿Qué pasa? —pregunté, sintiendo una chispa de esperanza.

—Sienna tiene una nueva pista. Parece que esta vez es más concreta. Tenemos que ir a un almacén abandonado a las afueras de la ciudad —dijo Erick, levantándose y preparándose para salir.

Me levanté de golpe, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza. Era nuestra oportunidad, quizás la última.

—Vamos, no perdamos tiempo —dije— y ambos nos dirigimos al jeep.

El viaje hacia el almacén fue tenso, con el silencio roto solo por el sonido del motor y nuestros pensamientos. Llegamos al lugar y nos encontramos con Sienna y un grupo de rangers que ya estaban inspeccionando el área.

—¿Qué tenemos? —pregunté a Sienna, tratando de mantener la calma.

—Hemos encontrado algunas pertenencias que creemos que podrían ser del Hada. También hay rastros recientes de actividad. No es mucho, pero es más de lo que hemos tenido en meses —dijo Sienna, señalando hacia el interior del almacén.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora