SINTOMAS Y LLOROS

23 4 4
                                    


ANDER

Faltan solo cuatro días para que Hada y yo celebremos nuestro segundo aniversario de casados. Después de todo lo que hemos pasado, quiero hacer algo especial para ella. Con la ayuda de mi padre y Yaran, diseñé y construí una casa para nosotros y nuestro hijo, pensando en cada mínimo detalle.

Mi padre y Yaran pensaron que el mejor lugar para construirla sería en la extensión del lago, un lugar que para nosotros significa mucho. La idea de tener nuestro hogar junto al lago me parecía perfecta. Desde el principio, tuve muy en cuenta que ahora teníamos a Derek y que la casa debía ser segura para él. Cada rincón de la casa fue diseñado pensando en su bienestar y en su futuro. Desde su habitación, con ventanas seguras y mucho espacio para que pueda jugar y crecer, hasta un jardín cerrado donde pueda explorar sin peligro.

Y, como no podía faltar, en el salón hay una televisión enorme con mis consolas. Aunque técnicamente estas son para cuando crezca Derek, por ahora las utilizo yo con sus tíos. Las cosas si no se usan se estropean, ¿no?

He preparado una sorpresa para el día de nuestro aniversario. Planeo llevar a Hada a la casa sin que ella sepa nada. Quiero ver su carita cuando vea nuestro nuevo hogar por primera vez. Estoy emocionado y nervioso a la vez, esperando que esta sorpresa le muestre cuánto la amo y cuánto significa para mí.

Sé que Hada sospecha que estoy planeando algo. Mi Pocahontas es muy lista. Así que el día en que iba a darle la sorpresa, me levanté como siempre, dándole un beso antes de ir a la ducha. La verdad es que se me hace raro que sean las ocho de la mañana de un sábado y que ella siga en la cama con Derek.

Después de vestirme, fui a despertarla con el pequeño. Lo senté a su lado en la cama para que pudiera jugar con su cara.

—Mami, mami, despierta. Tengo hambre —dije en voz baja, haciendo que Derek se riera y tocara su mejilla.

Hada abrió los ojos lentamente, una sonrisa dibujándose en su rostro al vernos a los dos.

—Buenos días, chicos —murmuró, frotándose los ojos y estirándose un poco—. ¿Qué hora es?

—Ocho de la mañana, dormilona. Es hora de levantarse —le respondí con una sonrisa—. Yo me encargo de Derek, tú ve, date una ducha y prepárate para salir.

—¿A dónde vamos? —preguntó Hada, con curiosidad.

—Primero a desayunar. Mis padres, Dakota, Matt, Emma y Nora estarán casi al llegar —le conté—. Creo que nos van a contar algo sobre un viaje que harán. Y luego los tres nos iremos de compras, a este hombrecito se le están quedando cortos los pantalones. Está creciendo demasiado y, dentro de nada, me pedirá un aumento de la paga para llevar a su novia al cine y a cenar.

—¿Tiene cuatro meses y ya quieres que tenga novia? ¿No te preocupa como a Matt con Nora?

—Mi hijo es listo, en eso ha salido a mí. Seguro que tiene mis buenos gustos —dije, riendo—. Además, sé que traerá a todas las niñas locas. Pero tú no has visto los ojazos que tiene, igualitos que los de su padre —dije mientras lo levantaba, y Derek se rió.

—¿Has visto? ¡Se ha reído! —dijo Hada, sorprendida—. ¡No es justo, te ha regalado su primera risa!

—Eso es, campeón ahora di papá, papá... —le dije a Derek, riendo.

—Ander, para eso es muy pequeño...

—Eso lo veremos, venga Derek demuéstrale a mami lo listo que eres...papá, paaaaapá, papi

Hada se marchó dejándonos como imposibles.

Mientras ella se duchaba y vestía, yo hice lo mismo con Derek. Ya no me da miedo bañarlo ni vestirlo, y hasta me he acostumbrado a cambiarle el pañal. Bueno, tal vez no del todo. Los pañales sucios, especialmente los muy sucios, siguen siendo un desafío para mí. A veces, si no le diera yo mismo de comer, pensaría que la leche que toma está en mal estado, no puedo creer lo que sale de ese cuerpo tan pequeño. Y como huele.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora