Cuando decidimos que Nimue se quedaría en el rancho de Luna, nos dirigimos a casa de mis padres para recoger a Derek y regresar a nuestro hogar. El día había sido largo y estaba claro que no teníamos ganas de cocinar, así que opté por pedir comida a domicilio. Llamé para pedir hamburguesas texanas y patatas fritas.
Nos sentamos en la mesa pequeña del salón, justo frente a la tele, mientras Derek estaba entretenido con los dibujos animados. Hada y yo nos relajamos, disfrutando de nuestra comida. En medio de nuestra conversación, algo captó mi atención. Derek, con su pequeño cuerpo tambaleante y esa expresión traviesa que tenía cuando estaba decidido a hacer algo, se acercó lentamente hacia mí. No pude evitar reírme cuando lo vi extendiendo su manita hacia mi plato. Sin que me diera cuenta, había alcanzado una patata frita y se la estaba llevando a la boca con una expresión de triunfo.
—¡Eh, eso es mío! —dije, fingiendo indignación mientras veía a Derek disfrutar de su botín.
De repente, me sorprendió cuando levantó la vista hacia mí y, con un tono claro y decidido, gritó:
—¡No!
Ambos, Hada y yo, nos quedamos boquiabiertos. Habíamos escuchado su primer intento de hablar antes, pero esta vez fue diferente. No solo estaba formando palabras, ¡sino que también estaba empezando a expresar algo con ellas!
Hada y yo nos miramos emocionados. Ella se acercó a Derek y lo abrazó con ternura.
—¡Derek, tu primera palabra! —exclamó Hada, casi sin poder contener la felicidad.
Con una sonrisa llena de esperanza, me incliné hacia él y dije con dulzura:
—¿Puedes decir "papá"? Vamos, intenta decir "papá".
Derek me miró con sus ojitos curiosos, pero en lugar de decir "papá", soltó un enérgico:
—¡No!
Me eché a reír. Parecía que nuestro pequeño estaba decidido a afirmar su independencia desde el principio. Hada se unió a la risa, y la situación se volvió aún más divertida.
—Parece que "no" es su palabra favorita por ahora —dije mirando a Derek con ternura.
Mientras Derek seguía degustando sus patatas fritas, Hada y yo decidimos aprovechar para hacerle algunas preguntas graciosas, animados por su constante "no". La idea era ver si podía responder de manera diferente a las preguntas absurdas que se nos ocurrieran.
—Derek, ¿te gusta que papá te dé de comer? —pregunté con una sonrisa.
Derek miró un momento a su alrededor y, sin dudarlo, soltó un firme:
—¡No!
Hada y yo nos miramos y comenzamos a reír. Continuamos con la serie de preguntas absurdas.
—¿Te gusta estar con los abuelos? —preguntó Hada, mientras Derek seguía concentrado en su comida.
—¡No!
Me reí y, queriendo capturar el momento para recordar cuánto nos divertíamos, saqué mi móvil y empecé a grabar. Con la cámara en marcha, decidí hacerle unas preguntas adicionales.
—Derek, ¿es guapo el tío Erick? —dije con un tono serio pero divertido.
Derek me miró con atención, pensó un momento y respondió con un rotundo:
—¡No!
Hada y yo nos reímos a carcajadas. Sin perder el ritmo, hice una última pregunta para asegurarnos de que Derek se mantuviera en su racha.
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ERES MIA VAQUERA
RomanceHada de Luna, una joven veterinaria criada en un tranquilo rancho cerca de McKinney, Texas, vivía inmersa en la serenidad de los campos y la compañía de los animales. Cada día comenzaba con el frescor del amanecer y terminaba con el silencio reconfo...