COMENZANDO EN LOS ÁNGELES (PARTE 2)

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HADA

Llegar a Los Ángeles fue una montaña rusa emocional. La casa es enorme, luminosa, con ventanales que dejan pasar toda la luz y una piscina que me imagino será genial para Derek cuando crezca. También hay un jardín enorme donde espero que Derek pueda jugar y disfrutar, aunque por ahora solo puede gatear.

El primer día fue una locura. Pasamos horas organizando y comprando lo esencial para llenar la nevera y la despensa. Me levanté temprano para preparar el desayuno, con la esperanza de empezar bien el día para Ander y Derek. Aunque todo parecía en su lugar, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y nostalgia.

Despedirme de Ander cuando salió para su primer día de trabajo fue un momento agridulce. Verlo marchar con el coche que le prestó su abuelo me hizo darme cuenta de lo grande que es este cambio para nosotros. Mientras Derek se entretenía con algunos juguetes en el suelo, yo intentaba adaptarme a este nuevo ritmo y a este entorno tan diferente del rancho que conocíamos.

Aunque Los Ángeles es diferente y un poco abrumador, estoy decidida a hacer que este lugar se sienta como un hogar para nosotros. Espero que, con el tiempo, nos acomodemos y que Derek empiece a disfrutar de su nuevo entorno.

Los días se hicieron semanas, y las semanas se convirtieron en meses. Ander estaba cada vez más ocupado con su trabajo tanto que, fui sola al nacimiento de nuestra sobrina. La pequeña se llamó Neire.

Cuando Neire llegó al mundo, fue un momento de inmensa alegría. Aunque Ander no pudo estar allí debido a su apretada agenda, me sentí agradecida por poder estar presente. Neire tenía un parecido claro con Erick, aunque los ojitos y la boquita eran claramente de Dakota. La mezcla de ambos era inconfundible, y no pude evitar sentirme emocionada al ver a nuestra nueva sobrina en brazos de su mamá.

Mientras Ander seguía sumido en su trabajo, me esforzaba por adaptarme a nuestra nueva vida en Los Ángeles y mantenerme cerca de la familia.

Estábamos en casa, y el ambiente estaba cargado de emoción y anticipación porque faltaban solo unos días para que Derek cumpliera su primer añito. Mientras Derek jugaba con unos cochecitos en el suelo, decidí hablar con Ander sobre los planes para la celebración.

—Ander, mis padres, mi hermano y los padres de los chicos están planeando venir a Los Ángeles para celebrar el cumpleaños de Derek.

Ander estaba sentado en el sofá, revisando unos papeles. Miró hacia arriba, claramente más concentrado en el trabajo que en la conversación.

—Sí, claro, suena genial. Pero, no sé si voy a tener mucho tiempo para eso. Mi agenda está bastante llena, y no estoy seguro de que pueda dedicarme a una "tontería" como una fiesta.

Me quedé helada por un momento. La palabra "tontería" no me gustó nada, y sentí un nudo en el estómago. Derek, ajeno a la conversación de los adultos, seguía concentrado en sus cochecitos.

—¿Tontería? —pregunté, tratando de mantener la calma mientras mi voz temblaba un poco. No me creía lo que acababa de escuchar.

Ander se dio cuenta de que estaba afectada, pero se encogió de hombros como si no fuera un gran problema.

—Sí, tienes razón. Estoy realmente ocupado. No sé si podré hacerme un hueco en mi agenda para algo que no sea trabajo.

Sin poder soportar más, cogí a Derek en brazos, que alzó la vista con una sonrisa cuando me acerqué. Lo miré un instante, preguntándome cómo había llegado a este punto, y sin decir más, me dirigí hacia la puerta. No podía quedarme allí escuchando a Ander desestimar lo que para mí era importante.

Salí de la casa con Derek en brazos, sintiendo el peso de la situación y la decepción que me invadía. Sabía que debía hablar con Ander sobre esto, pero por ahora, necesitaba tomar un respiro y pensar en cómo íbamos a manejar esto.

ERES MIA VAQUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora