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Berlín

Jungkook camina tranquilamente hacia el gimnasio, cuando está por cruzar la puerta para entrar una rubia despeinada lo detiene.

—Sube al auto —le pide la alemana.

Los ojos de Jeon se ensanchan, lo único que tiene claro de Rosalina es que está loca.

—¿Por qué eres tan mal educada? Al menos deberías saludar antes de pedirme que entre a un automóvil contigo de manera descortés —habla el pelinegro, mientras guarda sus auriculares en un bolsillo pequeño de su mochila.

—Deberías sentirte afortunado de que una chica como yo te pida que subas a su automóvil —replica con rapidez y astucia la rubia, haciéndole recordar a Jimin por unos breves segundos. —Solo acompáñame —insiste.

Jeon ve hacia todos lados, la mira y asiente para luego seguirla. Se quita la mochila, entra al auto y luego se coloca el cinturón, percatándose que la rubia lo mira indignada.

—Más vale prevenir —bromea.

—Sí, muy chistoso —masculla Rosalina mientras pone en marcha el vehículo.

Aproximadamente treinta minutos después ambos bajan del auto, Jungkook ve el edificio y gracias a las enormes ventanas de vidrio reconoce que es un gimnasio.

—¿Por qué me traes aquí? —indaga, siguiendo los pasos de la rubia.

—Este gimnasio es lo que tú necesitas. Además de una buena paliza mía —bromea.

—Ya en serio, ¿qué hacemos aquí? —pregunta de nuevo ahora con rostro serio.

—Este…

—Rosalina, tu padre está en el octágono —le informa uno de los instructores del gimnasio.

El rubio mira con brevedad a Jeon, sonríe al reconocerlo, pero se aleja al ver la mirada molesta de la chica.

—¿Tu padre? ¿Octágono? 

—Solo sígueme, mira y luego pregunta todo lo que quieras —objeta Rosalina.

Jungkook se queda en silencio, tiene la opción de salir del lugar, pero no conoce este lado de la ciudad así que, opta por continuar siguiendo a la chica. Cruzan una doble puerta, recorren un pasillo y ven mucho espacio y algunos objetos por doquier.

—Rosalina, vienes tarde —alza la voz un hombre de tez blanquecina, cabello rubio y altura prominente. 

Sale del octágono y camina hasta la chica la cual se encuentra de pie junto a Jeon.

—Entra al octágono —le ordena.

La chica se retira el pantalón deportivo holgado y la camisa quedando en lycra corta y un crop top. Se deshace de sus zapatillas y a toda prisa entra al octágono.

—Soy el padre de Rosalina. Johann Müller —se presenta el hombre cuando está al lado del pelinegro.

—Un gusto señor —es lo único que dice Jungkook.

—¿Acaso no tienes nombre? —lo interroga el alemán.

—Bueno, supongo que Rosalina ya le hablo de mí. Intuyo que sabe quién soy —responde a la defensiva.

—Te aconsejo que supongas que no tengo idea quién eres. Si estás aquí es porque quieres empezar de cero y para eso debes suponer que nadie en Alemania te conoce por tu pasado solo por el presente.

Dicho eso Johann se acerca al octágono, su hija práctica con un chico joven un par de llaves, el señor Müller le pide a su hija que se detenga, pero ella lo ignora y continúa jugueteando con el pupilo de su padre.

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