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Jungkook baja del taxi y entra a un gran gimnasio, ve a Amber conversando con alguien y se relaja al saber que al menos alguien que conoce estará con él.

Con semblante serio se abre paso entre un grupo amplio de hombres y una chica sin contar a Amber. Frunce su entrecejo al darse cuenta que todos los siguen con la mirada, se siente demasiado juzgado, pero mierda que le encanta que lo vean.

—Jeon, por aquí —lo llama Amber.

El pelinegro acelera su caminata y llega hasta la chica.

—Él es Brad, el encargado del gimnasio —presenta a un hombre de mediana edad. 

—Un gusto. Jungkook —se presenta, estrechando su mano con la de Brad.

—El jefe se disculpa por no poder estar aquí, su novia cumple años y están de viaje en las Maldivas —menciona la rubia—. Pero aquí me tienes para ayudarte como siempre. Sígueme.

Jeon introduce sus manos a los bolsillos de su pantalón deportivo, sigue a la chica hasta que llegan al ring donde se encuentran ahora el grupo de personas que no dejaban de mirarlo cuando entró.

—Te presento a tu equipo —expresa con parsimonia, Amber. —Ellos se encargarán de ti, van a destrozarte y armarte en una máquina de boxeo. Es lo que el jefe me pidió que dijera —comenta entre risas. —Y él —señala al hombre más alto de tez blanquecina sin cabellera—. Él es tu coach, Jake.

—¿Estás listo, Jeon? —lo interroga el coach.

El mencionado asiente.

Uno de los hombres al lado del coach le lanza un par de vendas, y el pelinegro las agarra.

—Tienes alguna otra duda antes de que me marche, Jeon.

Jungkook ve a la rubia y suspira.

—¿Cómo aguantas al señor Park y su hijo mimado? —pregunta repentinamente el pelinegro.

Los ojos cafés de la chica se ensanchan al mismo tiempo que sus cejas se alzan, sonríe y luego suelta una carcajada.

—¿Por qué los estás soportando tú? —réplica Amber.

—Bueno, tengo un objetivo y para llegar a él necesito dinero, cosa que no tengo. Pero que el señor Park si tiene —contesta Jungkook.

—Entonces, los soportas por el dinero —rectifica la rubia. —También los aguanto por el dinero. Me pagan muy bien, pero algunas veces debo decir que no a los caprichos por mi paz mental y para no cometer un delito y perder mi trabajo —agrega entre risas. 

—Desde ahora seré sincero, y solo aceptaré lo que esté de acuerdo y si no se puede buscaré una manera para conseguirlo y sentirme bien.

—Uy, eso quiere decir que conoceremos al verdadero, Jeon —chista Amber—. Interesante.

—¿Tú eres así o solo finges? —la interroga el pelinegro, mientras se coloca la segunda venda en su mano izquierda.

—Jeon, cuando hablo contigo y con John es como soy, también lo hago con Jimin. Pero con el señor Park suelo ser distinta, cuando estoy con él sé que el único que importa es él, y que todo mi tiempo es para él y su hijo, lo hago porque necesito el dinero y porque he conocido muchos lugares bonitos y he visitado muchos países. Por cierto, nos da un día entero para disfrutar cuando viajamos y eso es genial. Mi objetivo es tener mucho dinero ahorrado para dejar de trabajar y luego disfrutar.

—Al parecer no somos tan distintos —murmura el pelinegro.

—Solo aprovechemos la oportunidad que el señor Park nos da —musita Amber.

Jungkook asiente y ve cómo dos chicas y dos chicos se detienen por unos segundos frente al ring.

—Brad, me voy —dice Jimin, apareciendo frente al mostrador del encargado.

—Creí que dijiste que andaban de viaje —comenta Jeon, al ver al castaño con ropa deportiva dentro del gimnasio.

—Dije el señor Park y su novia. No mencioné a Jimin, él no suele involucrarse con las novias de su padre y por eso nuevamente será castigado —lo pone al tanto la rubia.

—Amber —la llama Jimin, mientras camina hacia ella—. ¿Quieres acompañarme al spa?

El castaño se detiene frente a la rubia y el pelinegro.

—¿Qué hay de tus amigos? —indaga Amber.

—No son mis amigos, solo vinieron a ejercitarse y cuando salgan de aquí irán a quién sabe dónde —responde Park—. ¿Vienes o no?

—Sácalo de aquí, Amber —emite entre dientes, Jeon.

Jimin lleva su atención al pelinegro, suelta una sonrisa sarcástica y dice. —Si quieres mi atención lo único que debes hacer es decir mi nombre.

—¿Por qué querría tú atención?

—Porque todos aman tener mi atención —acota con seguridad el castaño.

—Bueno, yo no soy todos —verbaliza Jungkook—. Estás retrasando mi entrenamiento.

—¿Ah, sí? —lo reta Jimin.

—Sí —asevera Jeon.

—Jake —pronuncia el castaño.

De inmediato el coach se acerca al hijo del señor Park.

—Dice que que ya inició su entrenamiento —le platica.

—Uno, dos. Abajo —le indica Jake a Jeon.

El pelinegro tira dos jab al aire y luego baja un poco su cuerpo como si evitase que algo lo golpee. Lo hace tres veces seguidas mientras todos lo ven.

—Cuida como me hablas, Jungkook —le aconseja Jimin.

Jeon se desconcentra, llevando su atención al castaño frente a su coach.

Jake ve al pelinegro con la guardia baja, alza una de sus manos y lo abofetea tomándolo desprevenido y desconcentrado.

—No bajes la guardia, nunca —enfatiza el coach, molesto—. NUNCA.

Jungkook tensa su mandíbula, rechina sus dientes y luego asiente mientras suspira.

—Me largo —dice Jimin, sonriendo ladinamente—. ¿Vienes o no, Amber?

—Sí, claro —contesta con rapidez la rubia. —¿Estás bien? —cuestiona a Jungkook antes de ir con Jimin.

El pelinegro asiente y verbaliza.
—Ve, de prisa.

—Jake, si necesitas algo házmelo saber. 

—Lo haré —se limita a decir el entrenador.

Cuando él castaño y la rubia han abandonado el gimnasio el coach se acerca un poco más a Jungkook.

—Cuando estés aquí no importa nadie, solo tú. Si te desconcentras te aniquilaré, ¿entendido? 

—Entendido.

—Sé que el hijo de Park suele ser un poco insoportable a veces, hace lo de siempre, incomodarlos para ver hasta qué punto lo soportan, cuando consigue que pierdan los estribos los problemas se vienen para los apadrinados. 

—Es un juego para él, es un niño que quiere la atención solo para él —balbucea con desagrado, Jungkook.

—Sí, eso creo. Eso quiere decir que debes estar listo y seguro para los entrenamientos, las peleas y para soportar al hijo de Park —menciona Jake—. Entonces te preguntaré de nuevo, ¿estás listo, Jeon?

Jungkook ve el gimnasio, ve sus dos manos cubiertas con vendas blancas, las apuña y asiente un par de veces.

—Estoy listo —asegura el pelinegro.

—Muy bien. A trabajar.

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