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Miami 

La mesera se mueve con rapidez hasta llegar al área de la piscina, busca al castaño y se detiene a un costado de él mientras sostiene una bandeja con una bebida.

—Aquí tiene su mojito.

—¿Mojito? No pedí un mojito, pedí Ron con cola —refunfuña el castaño.

—Disculpe, enseguida traigo su Ron con coca —se excusa apenada.

—No, espera déjalo —la detiene Amber, cogiendo el mojito. —Ve por su orden —musita, guiñándole uno de sus ojos a la chica.

Jimin ve a Amber y el recuerdo de las palabras que le dijo a Dimarco le vienen en un potente flashback.

—Jimin, oye —lo llama tomando asiento a su lado—. Jimin, te estoy hablando. ¿Estás bien?

—Sí, sí claro.

—¿Dónde está, Emma? —pregunta la rubia.

—En la piscina, Di, le regaló muchos trajes de baño y quiere usarlos todos antes de volver a Los Ángeles. 

El rostro de la rubia cambia de expresión en el momento que el italiano es mencionado.

—Miami es genial —balbucea, cambiando de tema.

—Si tú lo dices —masculla Jimin.

—¿Qué tal si tenemos una noche de chicas a la orilla de la playa? —le propone la rubia—. Estoy segura que a Emma le encantará.

—Sí, seguro y sería fantástico para ella —con cuerda el castaño, tomando su Ron con Coca.

Un incómodo silencio se produce en el cual Jimin introduce su dedo dentro del vaso y remueve los cubos de hielo, y Amber agita el popote de su bebida.

—Amber, yo…

—Está bien, Jimin. Estoy bien, disfrutemos este tiempo juntos.

El castaño está por decir algo, pero alguien se acerca y decide guardar silencio.

—Joven Park, llamada de Dimarco —le indica uno de los escoltas del italiano.

—Di, estamos casi por alistarnos. No nos hagas estar sentados por mucho tiempo —atiende.

—Solo será un round, bonito —fanfarronea el italiano.

—Más vale que lo cumplas —bromea Park.

—Escucha, hable con tu papá y…

—Lo sé, también me lo mencionó —lo interrumpe el castaño. —Creo que no es tiempo de hablar sobre eso y tampoco estás en la obligación de hacerlo, Di —agrega mientras de soslayo nota que Amber lo ve y presta atención a la llamada telefónica.

—Te veo después de la pelea en el camerino, promete que estarás ahí con Emma.

—Lo haré si cumples tu promesa de solo un round —replica con astucia, Jimin.

—Dalo por hecho.

—Suerte, Di —es lo último que dice y luego cancela la llamada. —¡Emm, hora de arreglarnos! —alza su voz.

—¿Sucede algo? —indaga Amber.

—No, todo bien —acota el castaño. —¿Vienes con nosotros? —inquiere mientras toma la mano de la niña.

La rubia lo ve y sonríe cuando se percata que Emma la mira muy sonriente.

—Por supuesto, debemos vernos espectaculares —contesta Amber.

Una hora después Amber, Emma y Jimin toman asiento en la tercera fila. La niña está emocionada y lista para apoyar a Dimarco, lo dice el dedo de espuma que cubre su mano derecha.

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