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John se encuentra dentro del Jeep, en la parte trasera yace Jimin dormido mientras espera que sea la hora para llegar al gimnasio y recibir su tercera clase de defensa personal.

Era la tercera en el mes ya que, el coach de Jeon algunas veces alargaba sus entrenamientos y por parte de Jimin, empezó sus clases de francés y sus horarios aún no estaban fijos con su tutor.

Cuando él chófer ve que casi es la hora, enciende el vehículo y conduce hasta el estacionamiento del gimnasio. Al aparcar el auto lo siguiente que hace luego de cerciorarse que dentro solo queda Brad y Jeon, es despertar a Jimin.

—Creo que no necesito ese entrenamiento —refunfuña el castaño.

—Yo creo que sí —dice John, sale del vehículo y luego abre la puerta trasera—. Ahora salga.

—Me duele la cabeza.

—Que mal, ya estamos aquí y ya hice planes para jugar póker con Brad mientras toma sus clases de defensa personal.

—¿Quién te dijo que puedes hacer planes? —lo cuestiona, irritado Jimin.

John ríe mientras le ayuda a salir.

—Tú no puedes hacer planes sin mí. Recuérdalo.

—Bueno, lo recordaré desde mañana. Tiene mi palabra —expresa el moreno haciendo todo lo posible para no reírse.

Jimin lo escucha, lo mira y se carcajea consiguiendo que John también se carcajee.

El castaño entra al gimnasio cinco minutos tarde, mientras que él entra Brad sale.

—Llegas siete minutos tarde —es lo primero que dice, Jungkook.

—¿Y?

—Debes ser puntual.

—Son solo siete minutos, Jungkook —reprocha el más bajo mientras se quita los zapatos.

Jeon lo ve por unos segundos, el castaño viste una camisa un par de tallas más grande y un pantalón deportivo flojo de color gris. Su cabello luce desarreglado y eso le parece atractivo.

—Calienta mientras le ayudo a Brad a dejar las pesas en su lugar —le indica Jeon.

El más bajo asiente y empieza a calentar, intentando recordar cada uno de los movimientos que Jeon le enseñó.

—Debes tocarte la punta de los dedos de los pie —le recalca el pelinegro.

—No alcanzó —protesta Jimin. 

Jungkook coloca la última mancuerna de veinte kilos en su lugar y después se encamina hacia el castaño.

—¿Qué haces? No vengas.

—El que da las indicaciones aquí soy yo —replica Jeon, acortando la distancia entre ambos.

Jimin lo ve con sus ojos ensanchados y sus cejas alzadas, se cruza de brazos y recarga su peso en una de sus piernas.

—Estira de nuevo, y está vez intenta tocar los dedos de tus pies con los dedos de tus manos.

—Te dije que no alcanzó.

—Y yo te dije que lo hagas de nuevo —puntualiza el pelinegro. —Vamos, inténtalo —dice mientras le baja los brazos a Jimin. 

El más bajo lo mira a los ojos, pasa saliva y abre sus labios para decir algo, pero los cierra cuando siente una de las manos de Jungkook sobre su espalda.

—Abajo.

El castaño empieza a descender la parte superior de su cuerpo, extiende sus brazos y manos y consigue llegar un poco más abajo de sus tobillos.

ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora