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Berlín 

—Estás demasiado cerca, alejate —se queja Rosalina al sentir el hombro de Jamal cerca del suyo.

—¿Qué tal si cenamos en el restaurante de tu abuela está noche? —le propone.

Ella ríe, pero al momento de hacer contacto visual con él deja de hacerlo y con completa seriedad lo rechaza una vez más.

—Deja de perder por rendición, Jungkook —espeta molesta, mientras se pone en pie.

El disgusto de la rubia y del entrenador de llaves es comprensible. Jeon es bueno, pero no tan bueno como para conseguir zafarse de una llave en brazo, pie o cabeza, todos saben que él surcoreano siempre prefiere rendirse que luchar por soltarse de la llave.

Su entrenador de Krav maga y Jiu jitsu se miran mutuamente desde fuera del octágono y con una mirada le indican al alumno que continúe practicando con Jeon, hasta que intente deshacerse de algún agarre.

—¡Jungkook! ¡Usa tus piernas, maldición! —grita Rosalina con exasperación.

Johann entra al área saludando a sus aprendices, se detiene al lado de su hija. Su semblante es serio y su mirada escrutadora, empuña sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón deportivo al ver que Jungkook sigue en las mismas condiciones.

El alemán sabe que el surcoreano es bueno, sus golpes son letales, pero al momento de acorralarlo y atraparlo con llaves no lucha. Ha sido paciente, vaya que lo ha sido, pero al parecer no le ha servido de mucho. 

—Pa-papá —trastabilla su hija al ver que se quita su pantalón deportivo y sus zapatillas—. ¿Qué haces?

Se retira los calcetines y luego rectifica su postura.

—Jamal, entra al octágono —le ordena a su campeón peso ligero de MMA.

—Sí, señor.

Johann se para más cerca del octágono justo a lado de los entrenadores de Krav maga y Jiu jitsu.

Jamal entra y ve a Jungkook con seriedad y luego sonríe con sorna.

—Empiecen —ordena Johann.

El sparring empieza y Rosalina sabe muy bien cómo irá todo. Jeon será el mejor en conectar golpes con sus puños y piernas, pero lo echara todo a perder cuando Jamal lo derribe y lo atrapé con una potente y desgarradora llave.

—¡Que no te derribe, Jungkook! —vocea la rubia. —Eso es, ataca —continúa apoyándolo—. No, que no te derribe. Mierda.

—Debes hacer que reaccione, Johann —le sugiere el entrenador de Krav maga.

—Sí, debe reaccionar o no dejar que lo derriben y ganar por knock out de un potente golpe —concuerda el entrenador de Jiu jitsu.

—Lo sé, lo sé —balbucea entre dientes el alemán, mientras ajusta sus guantes.

—Papá, espera —lo llama Rosalina—. No seas tan duro con él.

Johann entra al octágono y le ordena a Jamal salir, deja que Jungkook descanse unos minutos y luego se acerca a él.

—No saldremos del octágono hasta que logres zafarte de una de mis llaves. Si te rindes empezaremos de nuevo, una y otra vez hasta que lo consigas.

Los ojos negros de Jungkook se ensanchan, suspira y ve a Rosalina la cual solo encorba sus hombros y niega debido a que no puede ayudarlo en nada.

—Pase lo que pase nadie se meta —demanda Johann.

Jamal cierra el octágono y se para al lado de Rosalina.

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