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Jimin ve como Jungkook empaca sus tenis y luego camisetas en su maleta deportiva. El apartamento luce desastroso y apenas pueden caminar sin tropezar debido al exceso de ropa, bolsos y pertenencias del castaño.

—Listo —murmura Jeon para no despertar a Emma que está al centro de la enorme cama.

—¿Seguro que no olvidas nada? —lo cuestiona el menor.

—No —acota y luego frunce su entrecejo. —Espera, hay algo que olvide —dice, caminando hacia la cama hasta detenerse frente a Jimin.

—¿El qué? —inquiere el castaño, mirando hacia los costados de la cama en busca de alguna prenda deportiva.

Jungkook se agacha un poco introduce una de sus manos bajo los muslos de Jimin y con el otro brazo sostiene su espalda.

—Oye, ¿qué haces? —verbaliza asustado al sentir que lo levanta de la cama y luego lo carga.

—Me falta empacarte a ti —bromea el mayor, haciendo reír y sonrojar al más bajo.

—Eres un…

—Guapo, caballeroso, atractivo —lo interrumpe el pelinegro.

—Ay, sí. Te diré que sí para que no te sientas mal —bromea Jimin.

El pelinegro enarca sus cejas y luego ríe junto al castaño, la niña se remueve y ellos luchan para guardar silencio. Jeon sale de la habitación cargando a Jimin para luego sentarse en el sillón grande juntos.

—Quiero que llames a Johann si algo anda mal. No quiero que afrontes nada solo, estoy contigo ahora, sea lo que sea lo afrontaremos juntos —habla en voz baja el más alto, mientras acaricia la espalda de Jimin.

—No creo que suceda algo malo mientras no estés, pero…, lo haré, llamaré a Johann si algo sucede.

—Él me avisará y yo vendré lo más rápido posible. Prometelo Jimin —asevera el pelinegro.

Jimin asiente y luego lo mira fijamente y siente ese cosquilleo en su estómago, Jungkook lo hace sentir como un adolescente enamorado. Lleva sus manos al cabello del pelinegro y acaricia de manera tierna mientras está sentado sobre su regazo. Ninguno de los dos dice algo, simplemente se dedican miradas y sonrisas coquetas hasta que escucha un ronquido que proviene de la habitación principal.

—Ella no puede dormir con nosotros todo el tiempo —se queja Jungkook.

—¿Por qué no? —ríe Jimin divertido.

—Escucha esos ronquidos, me niego.

El castaño suelta una carcajada y de inmediato cubre su boca con sus manos para reducir el sonido de su risa.

—Bueno, se lo dirás tú entonces —expresa el más bajo, evitando tener esa conversación con Emma—. No me veas así, no cambiaré de opinión.

—Bien, no hay problema, puedo manejarlo —asegura el pelinegro.

—Por supuesto, por eso eres mi esposo.

—Somos esposos —gesticula en un hilo de voz, posando su mano izquierda sobre una de las mejillas de Park. —Disculpa por no darte una enorme fiesta y una gran ceremonia. Prometo que te recompensaré cuando logremos nuestro objetivo —agrega en el mismo tono de voz.

—Está bien, me gustó mucho la privacidad, algo entre tú y yo, íntimo y con mucho significado. Supongo que me gusta hacer cosas que no suelo hacer cuando estás conmigo.

—¿Eso es malo? —inquiere Jeon, alzando una de sus cejas.

El menor niega y contesta—. Me casé contigo, viviré contigo y formaremos una familia. Lo digo, lo pienso, lo imagino y no puedo sentirme emocionado y un poco asustado. Pero te veo y el miedo se disipa.

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