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Jungkook aumenta la velocidad de sus trotes, está casi por llegar a la meta, puede ver a Rosalina delante de él paseándose en el monopatín eléctrico motivándolo como loca.

Al llegar a la meta apoya sus manos en sus rodillas mientras su espalda ancha asciende y desciende entre cada respiración acelerada que da. Jamal se acerca a él y le da una botella con agua.

—El jefe tiene visita —le menciona el alemán y luego comienza a trotar de manera lenta, alejándose cada vez más.

—¿Qué dijo? —inquiere Rosalina.

El pelinegro recompone su postura y encorva sus hombros, abre la botella y bebe agua. Ella se acerca a él sin el monopatín eléctrico y se queda mirándolo por unos segundos.

—Cárgame en tu espalda —le suplica ella, mientras pone ojos de cachorrito.

—No, ni de broma.

—Jungkook, porfis —le implora llevando una de sus manos a su pecho.

—Eres una chantajista —la acusa él, descendiendo un poco para que ella pueda sostenerse de sus hombros y poder coger sus piernas.

Cuando ya la tiene asegurada endereza su espalda y comienza a caminar y trotar mientras se adentra cada vez más al hotel hasta empezar a entrar al gimnasio del lugar. La puerta se abre sola debido al sensor y entran entre risas y pequeñas discusiones.

—No, Jungkook. Sé cuidadoso —lo regaña la rubia, golpeteando uno de los hombros del pelinegro.

Jeon ríe y ve a la rubia de soslayo, pero de inmediato regresa su vista al frente y mira Amber caminar hacia él y detrás de ella Jimin.

—¡Jungkook! —se queja Rosalina, cuando la deja caer de improvisto.

El pelinegro se da media vuelta y le ofrece uno de sus brazos a la chica, ella se sujeta de él y cuando está por hablar reconoce a Jimin.

—Es él, ¿verdad? —susurra ella.

Espera la respuesta de Jungkook, pero no llega nunca, cuando se da cuenta que el chico está cerca de ellos, el pelinegro da dos pasos a la derecha y lo intercepta.

—¿Qué haces aquí? —indaga con voz ronca.

Los ojos color miel de Jimin se ensanchan al mismo tiempo que deja de caminar, ve a Jungkook a escasos pasos de él, lo único que hace es aclarar su garganta y ver cómo Amber lo espera en la puerta del gimnasio.

—Te hice una pregunta, Jimin.

El chico asiente y en voz baja responde—. Es algo personal.

Jungkook esboza una sonrisa burlona mientras Rosalina ve con atención todo.

—Y-yo lo siento, no es mi intención incomodarte —agrega en el mismo tono de voz.

—¿Qué haces aquí, Jimin? —repite la pregunta, Jeon.

—Lo único que quiero es protegerte —contesta el castaño.

—¡¿Protegerme?! —espeta con voz alzada y golpeada el pelinegro. 

El castaño se sobresalta al escuchar el tono de voz de Jeon y de inmediato sus ojos poco a poco se comienzan a cristalizar.

—¡¿Y cómo piensas hacerlo, Jimin?! —lo confronta, dando un paso más al frente, y con mucha más fuerza en su voz. —¡¿Cómo piensas protegerme si ya me arruinaste la vida una vez?! —escupe sin pensarlo y muy molesto.

Jimin desciende su rostro, le duele el pecho debido a la manera en la que está siendo tratado. Ni siquiera se lo merece, no fue su culpa ser utilizado por su padre, pero le queda claro que no está en los planes de Jungkook escucharlo. 

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