13⎟ ✶ El principio de la libertad

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El aire nocturno golpea la parte trasera de mi cuello erizándome la piel, me estremezco y mi primer instinto es cubrirme los brazos, el escote fue realmente mala idea, podría morir congelada ahora mismo. Dante intenta poner su saco por encima de mis hombros pero lo aparto de un manotazo, provocando que la prenda caiga al suelo. Es un idiota, de eso no que me queda duda alguna.

—¿Sabes cuánto cuesta esto? —Levanta su saco con el ceño fruncido—. Y lo tiras como si nada.

—Tú y tu ropa de marca pueden irse mucho al infierno.

—No te preocupes, vengo de ahí. —Me muestra una sonrisa pícara—. ¿Sigues molesta?

—¿Podría no estarlo considerando que esto es un secuestro?

—No lo es. —Rueda los ojos—. Te he dicho que podrás irte en cuanto te muestre algo.

—Tampoco he tenido opción para negarme.

—Claro que sí, podrías haberlo dejado morir.

—No es algo que mi corazón podría soportar.

—¿Por qué? ¿Te gusta? —Arquea una ceja con cierta sospecha—. Entonces tal vez debería regresar y solucionar las cosas.

—Estás completamente loco.

—Claro que lo estoy pero por ti.

Tal vez la demente debo ser en realidad yo cuando su guiño de ojo me resulta atractivo. Hay muchas cosas que están mal en mi vida y sin duda mi cabeza es una de ellas. Aún así, mi postura no flaquea, estoy tan furiosa que quisiera golpearlo directo a la entrepierna y salir corriendo. 

—No he olvidado lo que me has dicho antes. 

En ese momento un hombre de cabello grisáceo y traje negro sale del auto, sus ojos son color miel y tiene una expresión serena que resulta tranquilizadora, el extraño me recuerda a una serpiente por la forma alargada de su rostro, no de las que pican sino de las que se deslizan entre las sombras y esquivan el peligro. 

—Está todo listo. —El hombre le extiende una venda roja a Dante pero él niega.

—No. Ella puede saber nuestra ubicación.

—Pero, mi señor, eso podría ser peligroso si...

—Dije que puede saberlo.

El hombre asiente con una sutil reverencia y se da la vuelta para dirigirse hacia el auto. Dante abre la puerta de atrás para que suba a su lado y con una mueca de disgusto lo hago. Me siento reacia a dirigirle la palabra, pero hoy especialmente parece decidido a fastidiarme.

—Lo que dije antes...

—¿Qué cosa? ¿La parte en la que fui una vía fácil o en la que te empeñas en estropear mis planes?

El hombre al volante nos da una sutil mirada, incluso si sus ojos continúan sobre el camino fingiendo que no escucha nada, sé que lo está haciendo. Dante se remueve sobre su asiento, por lo que he visto estos días su actitud siempre resulta imperturbable, no es alguien que acostumbre hacer un extenso uso del lenguaje corporal, pero hoy parece ansioso por mover un poco las manos.

—Estaba molesto y desquité mi ira contigo. No fue correcto.

Interveniste mi teléfono, eso te vuelve un pervertido.

Es un poco hipócrita considerando que fui yo la que tuvo ese sueño con él, pero no tiene por qué saberlo. Dante se pasa una mano por el cabello, una pequeña arruga aparece entre sus cejas.

Legado oscuro [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora