El sonido de la puerta al cerrarse hace que ambos se giren hacia mí, me cuesta unos segundos adaptarme a la luz de la habitación, pero cuando lo logro caigo en cuenta de que ella está sentada en un diminuto banco de madera oscura a un costado de las piernas de Dante y no precisamente en estas. La chica se pone de pie, la mano que tenía sobre la espalda desnuda de Dante está llena de una pasta blanca que supongo es algún tipo de ungüento que no ha conseguido untarle en la piel porque él le ha impedido tocarlo sujetándola por la muñeca contraria para apartarla.
Muerdo el interior de mi mejilla con cierta duda. Ella es bonita, muy bonita. Tiene unas clavículas marcadas y pechos redondos ocultos bajo una camisa blanca sin mangas, su rostro ovalado se contrae con cierto desagrado cuando me observa, luego se gira hacia Dante como si esperara algún tipo de explicación pero él mantiene las cejas apretadas en un gesto claro de dolor. Mi mirada recorre las heridas sobre su piel y no puedo evitar caminar hasta quedar muy cerca de ambos.
—¿Estás bien? —me preocupa la cantidad tan inquietante de líneas y hematomas que le cruzan el cuerpo. Dante me observa y asiente en silencio.
—¿Qué hace ella aquí? —Riona lo mira con el semblante muy apretado—. ¿Cómo se te ocurre traerla a la base? ¿Y si nos pone en peligro? ¿Y su familia?
—Déjanos a solas. —Su tono es calmado pero ligeramente hostil, como si ya estuviera acostumbrado a los reclamos de aquella chica y se estuviera cansando de ello.
—No hare tal cosa. —Ella se pone frente a él, empujándome con uno de sus hombros para que me quite. Pierdo el equilibrio un segundo y la miro confundida pero ella me ignora, su vista fija solo en Dante—. No te dejaré con esta mujer y vine aquí para tratar tus heridas, deja que te ponga la pomada y...
—Riona, por favor. —Esta vez su tono es débil, como si le costara hablar—. Te he dicho que estaré bien, esa medicina arde como la mierda y son solo heridas superficiales.
—Y yo te he dicho muchas veces más que dejar que otros te cuiden no va a matarte.
La mirada de Dante se suaviza un poco y durante un instante creo que ella va a sonreírle, hasta que se acuerda de mi presencia y me mira con cierto desdén. No sé exactamente qué hacer o decir así que solo me quedo quieta en mi lugar.
—¿Es por su culpa que no pudiste concentrarte en toda la misión? Porque ella estaba aquí.
Dante pone los ojos en blanco pero no dice nada. Entonces ella parece lista para dirigirse a mí, me pregunto si la pasta blanca aún sobre su mano le causará cierta incomodidad.
—¿No tienes algo mejor que hacer? Dante necesita descansar ahora mismo.
Arqueo una ceja, es evidente que no le agrado en lo más mínimo y el sentimiento comienza a volverse mutuo.
—¿Cómo te lastimaste? —la ignoro mirando a Dante, que se pone de pie y camina hacia la cocineta para servirse agua, dándonos la espalda. Hay muchas zonas rojizas y pequeñas pero visibles quemaduras en su piel.
—Gajes del oficio. —Se encoge de hombros.
—Salvó a un grupo de niñas de morir quemadas por una máquina de ácido mientras las recatábamos —Riona es quien responde y por la forma en la que lo mira, entiendo las palabras de Marie, es evidente que siente mucho cariño y admiración por él—. Pero el idiota no fue lo suficientemente rápido y algunas gotas lo quemaron a él.
—¿Olvidas la parte en la que también te salve a ti?
—He salvado tu trasero muchas veces de mi jefe y de todo el cuerpo oficial de SSAM. —Riona se pasa su cabello largo y negro tras la espalda—. Es lo mínimo que me debes, Volsoyosky.
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Legado oscuro [1.0]
Mistério / SuspenseDespiadado, oscuro y escalofriante, Dante Volsoyosky es todo lo que podría catalogarse como un monstruo. Está sediento de venganza y obsesionado con destruir a todo aquel que interfiera con sus planes. Él no tiene debilidades, ni miedos. Él no nece...