Legado oscuro [1.0]

04⎟✶ Joyas prohibidas

Al llegar a la casa nadie hace preguntas, incluso creo que ni siquiera se han dado cuenta de mi ausencia a excepción de Isaías, que no dejó de bombardearme con cientos de preguntas. Al final decido mentirle con que he querido salir a dar una vuelta y me he quedado sin batería, porque la verdad puede ponerlo en peligro.

Además, no puedo solo decirle que he visto a Alessandro, podría pensarse que de nuevo deliro y mandarme directo a un manicomio. La familia entera murió hace más de una década, remover el pasado sería catastrófico a estas alturas, ¿quién podría creerme? Paso toda la semana dando de vueltas en mi habitación, pensando en todo momento en los chispeantes ojos de Lazzaroni... O Dante, tal vez es como ahora debo acostumbrarme a llamarlo.

No sé si el hecho de que esté vivo me aterra más de lo que me alivia, pero la verdad ni siquiera tiene sentido pensar en ello. Hace mucho que ese es un capítulo cerrado en mi vida y sin importar lo que él crea, no pretendo volver a verlo nunca más. Es mejor así, por el bien de ambos. Incluso si hay cientos de preguntas que me invaden la mente con respecto a cómo sigue con vida, prefiero no saber las respuestas.

Me siento arrepentida de haber vendido a madre como si no significase nada, pero si ella fue la responsable de la muerte de sus padres, entonces no hay nada que yo pueda hacer para evitar que él se vengue. Además, incluso si nunca sería capaz de decirlo en voz alta, una pequeña y oscura parte de mi alma quiere verla sufrir. Soy bastante buena fingiendo ser su hija perfecta, pero el desprecio que me tiene siempre ha sido evidente.

Observo mi reflejo en el espejo del probador, mi rostro luce pálido y mi cabello, largo y rubio, es un completo desastre. El vestido que llevo puesto es gris e insípido, salgo del probador para encontrarme con madre, que tiene el ceño fruncido por el desagrado.

—Ese no me gusta, pruébate otro —se gira hacia la vendedora—. Es una ocasión especial, te dije que quería los modelos VIP.

—Ese es el más caro y exclusivo que tenemos por ahora —murmura la mujer en voz baja, sabe que si no hace bien su trabajo, madre podría despedirla.

La tienda en donde nos encontramos es una de las más caras y selectas del país. No cualquiera puede entrar y la familia Kasper somos clientes distinguidos desde hace años. Llevamos toda la mañana en este sitio y me he probado tantos vestidos que ya he perdido la cuenta.

—No estás entendiendo, se trata de la posibilidad de un compromiso. ¿Esperas que se hable de matrimonio usando un vestido tan horrible como ese?

—Tal vez deberíamos ir a la otra tienda —menciona Mika, sabe muy bien lo que hace cuando sonríe con malicia sin quitar la mirada de su videojuego—. Esa en la que tanto te mueres por gastar millones.

—No, por favor —suplica la vendedora casi arrodillándose—. Hablaré con el diseñador. ¡Le traeré nuevos modelos en solo un momento!

Madre la mira mal pero permite que se vaya. Siento que el córset del vestido está asfixiándome por completo, así que decido ir a los probadores para cambiarme, pero antes de que comience a hacerlo la cortina se abre dejando ver la cara pecosa de mi hermano menor. Él tampoco está feliz de estar ahí, pero madre lo ha obligado a venir para castigarlo por sus malas calificaciones con su tutora de francés.

—¿Y tú qué haces aquí? Es el probador de mujeres.

—Da igual. —Rueda los ojos y entra al angosto probador, deslizando la cortina—. De todas formas cerraron la tienda apenas supieron que vendríamos. Como sea, hay algo que tienes que ver.

—¿No será otro de tus chismes? ¿Ahora a quién estuviste espiando?

—¡Oye, no soy un chismoso! Solo que las personas hacen cosas que yo descubro y...