14⎟ ✶ Un pasado que no puede cambiarse

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Diciembre, 2010.

Cumplir años es emocionante. Tener 9 años en este mundo merece ser celebrado de la mejor forma posible. Padre dice que puedo tener una fiesta con brincolines e infinidad de dulces siempre y cuando me aprenda la pieza del mes y la toque a la perfección. Hago mi me mejor esfuerzo y memorizo cada nota durante días y noches enteras hasta que la prueba final llega.

Padre está orgulloso, o lo más cercano que alguna vez estará de ello. Asiente con la cabeza y acto seguido tengo a diez sirvientes a mi disposición para ayudarme con mi fiesta de mi cumpleaños.

—Quiero algodón de azúcar, burbujas, rosas, muchas rosas y... ¡Claro! A Alessandro, envíen una invitación por correspondencia hasta Italia, él será mi invitado de honor.

—Pero señorita, el señor Kasper dijo que las conexiones con la familia Lazzaroni tenían que permanecer distantes por un tiempo y...

Me cruzo de brazos y pateo el suelo. Padre dice que estoy grande para las rabietas, pero eso no me importa. Si Alessandro no puede venir, entonces no quiero nada. Dejo a los sirvientes con la palabra en la boca y salgo corriendo hasta la mansión Ágata, donde subo con cuidado hasta el segundo piso y me dirijo al estudio de padre, la puerta está entreabierta y madre esta ahí.

—¿En serio, Tristán? ¡¿Harás una fiesta para esa niña estúpida?! Estoy esperando a nuestro segundo hijo, no debería estresarme con esto y...

—Entonces no lo hagas. Deja tus putos reclamos para otro día, no tengo humor para soportarte.

—¿Por qué consientes tanto a esa niña? ¿Es acaso porque te recuerda a la zorra que tenías?

La mano de padre impacta con fuerza sobre la mejilla de madre. Cubro mi pequeño rostro y me echo hacia atrás. Hacer enfadar a padre nunca es bueno, siempre termina en más golpes de los que puedes soportar, incluso para madre.

—¡No hables así de ella!

—¡No he dicho nada que no sea verdad! Esa mujer está muerta, no puedes seguir con esto, no...

Tapo mis orejas con ambas manos cuando los golpes comienzan. Madre grita con tanta fuerza a cada estruendo que sus sollozos me atraviesan el alma dejándome los huesos contraídos, no puedo hacer mucho excepto encogerme sobre el suelo y hacerme un ovillo mientras los sonidos y los gritos se intensifican. Algo se rompe, algo se cae, escucho el sonido de sus costillas siendo golpeadas y los insultos de padre. Madre le suplica que se detenga porque está embarazada pero padre continúa golpeándola mientras le desea que ese bebé no nazca.

—¿Hija?

Me sobresalto sobre mi lugar cuando la puerta se abre y alguien coloca su mano sobre mi rodilla. Han pasado horas o quizás solo minutos, el sudor escurre por la frente de padre y se pasa una mano por el pelo negro como si se sintiera exhausto. Ahora que ha terminado de golpear a madre, que yace en el suelo sollozando mientras se sujeta el estómago, creo que será mi turno pero en cambio se limita a agacharse y tocar mi cabeza en un gesto cariñoso.

—¿Qué es lo que mi princesa necesita hoy?

Eso no es bueno.

Padre no es amable, ni cariñoso, nunca se comporta como un padre real. Que sea agradable conmigo solo puede significar que pronto estallará de ira y me golpeará con tanta fuerza hasta que desquite toda su furia, agacho la cabeza mientras siento las lágrimas manchar los bordes de mi vestido blanco, mi pequeño cuerpo tiembla y me horroriza la idea de mirarlo.

Legado oscuro [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora