01⎟✶ La herencia maldita

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Rosas.

Eso es lo primero que veo apenas entro a mi tocador. Todo en esa habitación es blanco, incluyendo el vestido de seda que cubre mi pálida piel y se ajusta a mis caderas, pero aquel ramo de rosas envuelto con un moño negro sobre el espejo resalta a la vista desencajando el orden de las cosas.

Me acerco hasta el ramo y mi instinto me hace tomar la nota atada a este, no obstante, una espina se clava en mi dedo, manchando la hoja de carmesí. Dicen que la sangre huele a desesperación, metal y horror, pero yo solo puedo pensar en que la sangre huele a rosas, desde que era niña siempre que veía rosas pensaba en la sangre. Sangre corriendo por los pasillos, sangre brotando de mi cuerpo, sangre por todas partes.

Abro la nota con extrañeza, hay una frase trazada a mano en una perfecta escritura gótica.

"Me esperarás incluso cuando no quieras, te encontraré incluso cuando te escondas. ¿Sabes quién soy?"

Sé la respuesta incluso antes de ver el otro lado.

"La muerte".

—Ya es hora, señorita.

La voz de la señora Hermes me sobresalta y siento un extraño dolor en el pecho. ¿Quién ha enviado eso? Ni siquiera hay un nombre escrito. Decido seguirla apartando mis pensamientos oscuros pero un escalofrío latente me recorre el cuerpo apenas subo al escenario.

Hay alguien observándome.

Y no me refiero a los miles de ojos de todos esos aristócratas que esperan verme tocar el piano esta noche. No, me refiero a esa sensación de ardor que se instala en la columna cuando tienes el presentimiento de que alguien que no debería está justo ahí.

Acechando. Analizado.

He tocado el piano miles de veces, pero de repente me siento nerviosa. Ni siquiera intento buscar a mi familia entre la multitud, tan solo comienzo a tocar las teclas con la misma suavidad que toqué la sangre.

Su maldita sangre esparcida por el mármol. Aún puedo sentir la calidez de esta entre mis dedos e incluso si ahora mis manos se encuentran limpias, mi alma no lo está.

—¿Sabes por qué disfruto tanto cazar? —preguntó padre.

Yo tenía 10, mi hermano mayor 14. Padre solía llevarnos a ambos cada fin de mes a cazar al bosque, incluso cuando yo repudiaba hacerlo. 

—Porque el mundo real es así, en especial para nosotros los Kasper.

—No lo entiendo.

—Matar o ser matado, hija. Todo es un acto de supervivencia.

¿Era mejor convertirme en asesina que terminar muerta? Lástima que no podría preguntárselo. Ya no, ahora padre estaba muerto. Había sido asesinado. Y ahora todos éramos culpables.

Toqué cada tecla con mayor fuerza, sintiendo la vibración de cada nota como un ruego desesperado por sobrevivir. Odiaba el piano, lo odiaba tanto que cada que lo tocaba una parte mí siempre moría, pero eso no significaba que no fuera excelente en ello. Perfecta, justo como él siempre había querido.

—¡No quiero tocar el piano!

Padre impactó su mano contra mi mejilla, haciéndome caer de golpe contra el suelo. Un hilo de sangre brotó por mi nariz. Tenía 8 años.

—Es tu deber como mi linaje. Vas a tocarlo aún te sangren las manos, lo harás día y noche hasta que seas perfecta en ello.

—¡No!

Legado oscuro [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora