Maratón 4/4
***
He perdido por completo la cordura.
Quizás siempre fui prisionera de mis pensamientos, pero solo he podido ser consiente de ello hasta que he visto a este hombre cubierto de sangre, sonriendo con tanta malicia que ha dejado en claro lo mucho que disfruta imponerse sobre otros. No, una persona normal estaría aterrorizada, puede que incluso gritara y llamara a la policía para pedir refugio. Una persona normal se quedaría en casa y con un poco de suerte solo saldría durante el resto del año a las sesiones mensuales con su psicólogo para superar el trauma.
Pero ese no es mi caso, porque como es de esperarse realmente me falla algo que a la mayoría no. Y la idea de que Dante haya sido capaz de torturar a aquellos con mi sangre solo para exigirles que se disculparan conmigo no debería resultarme tan satisfactorio, pero de uno u otro modo lo hace. Tampoco debería haber respondido con un sí cuando de un momento a otro me pidió que lo acompañara a Italia en este preciso momento, pero mi mente está en blanco y al parecer no he sido capaz de hacer otra cosa excepto lo que él me ha pedido.
Y es así como he acabado dentro de un avión privado con él sentado delante de mí. Un doctor de cejas canosas atiende su herida y unta un ungüento en su pecho para después irse y dejarlo con la camisa descubierta. Mis ojos recorren la línea y los valles de su piel, que dejan en claro que el ejercicio excesivo es una constante de su día a día. No pretendo ser demasiado obvia y aparto la mirada hacia la ventana del avión, pero sé que es tarde cuando me observa con una ceja enarcada.
—¿Estás asustada?
Lo miro de nuevo. En ese momento una azafata pone una charola de entradas frente a nosotros y algunas degustaciones azucaradas que hacen que me lama los labios. Dante pone una mueca y niega cuando se disponen a servirle té, en cambio opta por decirle que quiere un café cargado sin azúcar. Por supuesto, sería raro que a alguien como a él le gustaran las cosas dulces.
—¿Por volar? —Intento ganar tiempo, pero sé bien a lo qué se refiere. Pruebo uno de los macarrones y el sabor a limón no es la única razón de la acidez en mi estómago—. No tengo problema con las alturas.
—Si vas a arrepentirte, este es el último momento en el que podrás hacerlo.
Pienso en la manera en la que su rostro estaba cubierto de sangre, en cómo su mirada oscura resplandecía mientras les apuntaba con el arma y los ponía de rodillas. En realidad, sería cínico de mi parte actuar como si mi moral fuese intachable, considerando que yo misma asesiné a alguien hace sólo unas horas.
—¿Puedo confiar en ti? —Levanta la mirada de golpe y eso me hace sentir insegura—. Me refiero a... Hacer esto es arriesgarlo todo, no tengo nada más. No es que pierda mucho, pero...
—Puedes hacerlo. Confiar en mí.
Le creo, no me importa si eso es dar un paso en falso. O si es una mentira y en realidad todo es parte de un siniestro plan. Realmente le creo cuando lo miro a los ojos y durante un efímero segundo recuerdo al niño de cejas fruncidas que solía visitar con ansias cuando aún era niña, ese mismo que cuidó de mí más veces de las que puedo recordar. Pienso que no hay nada valioso que pueda perder si decido seguirlo a ciegas y confiar. Arriesgarlo todo una última vez.
—Entonces es un hecho, vamos a casarnos.
***
La última vez que estuve en Italia fue hace hace más de una década. Tampoco es que recordase mucho pero lo último que pude haber imaginado fue aterrizar en una especie de base secreta y posiblemente prohibida. El lugar está rodeado por enormes muros de piedra y aros electrificados, hay francotiradores en las esquinas que nos vigilan mientras el avión aterriza sobre una enorme pista alrededor de la hierba, todo es verde a nuestro alrededor. Hay un par de casas distribuidas en el entorno, camionetas de llantas gruesas que van de a un lado a otro y hombres armados de la cabeza a los pies.
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Legado oscuro [1.0]
Mystery / ThrillerDespiadado, oscuro y escalofriante, Dante Volsoyosky es todo lo que podría catalogarse como un monstruo. Está sediento de venganza y obsesionado con destruir a todo aquel que interfiera con sus planes. Él no tiene debilidades, ni miedos. Él no nece...