35⎟ ✶ La última bala

12.8K 1K 542
                                    

Dante

Lo primero que atormenta a mi cuerpo es la sensación helada del agua que arrojan contra mi rostro después de atarme. La presuntuosa inspectora frunce los labios con disgusto y le ordena a dos policías que están a su lado que rellenen el balde. La sala de interrogatorios es igual de sombría que un salón fúnebre y me recuerda al día en el que quedé huérfano.

—Entonces, hagamos esto una última vez —su sonrisa resplandece en medio de la penumbra—. ¿A dónde enviaste las armas y el dinero que solían tener en la Villa?

No puedo evitar reír, que no tengan absolutamente nada significa que siguen temiendo las represalias que la alianza podría tener para ellos. Tienen mi nombre y mi cara, pero no el de mis otros hombres ni los capos de la mafia.

—E i maiali mangeranno solo merda. (Y los cerdos solo comerán mierda).

Su mano impacta contra mi mejilla girándome el rostro hacia un lado, un ardor cálido me recorre la piel, sus hombros suben y bajan con rapidez, no me interesa si está colérica, no me esfuerzo por aplacar su ira, me relamo los labios y vuelvo a mirarla pese a algunos mechones que me cubren el inicio de los párpados.

—Mi dispiace. (Lo siento). —Mi sonrisa se amplia—. Mi sono sempre fatto una risata degli sbirri. (Siempre me he reído de los policías).

Aprieta los labios con mayor fuerza, apostaría que volverá a golpearme, porque es evidente que le frusta no entender lo que digo, pero termina por soltar un bufido y pedirle a los cerdos que me lleven a una celda de castigo. Sus ojos salvajes me miran una última vez antes de salir.

—Tarde o temprano hablarás, Volsoyosky, desde que tu esposa colabora con nosotros... Tendré en mis manos tu punto débil.

La celda a la que me llevan apesta a humedad, las paredes gris azulado se encuentran teñidas por manchas cafés y putrefactas. Hay una pequeña cama de metal en el fondo y un inodoro sin lavar. Me obligan a entrar de un empujón y cierran la reja sin quitarme las esposas.

Maldigo para mis adentros y me dejo caer contra el piso, no he podido tener ni un maldito día de descanso desde lo de Francesco. Aunque intento concentrarme en mi situación y en cómo mierda saldré de esto, mi cabeza se distrae en distintas ocasiones para pensar en mi mujer. ¿Ella me entregó? No sería incongruente, después de todo la he traicionado de más formas de las que hubiera querido. Aún así, si pudo hacerme esto con tanta facilidad... ¿Significa que ya no le importo en lo absoluto?

Suelto un suspiro e intento rascarme la cabeza, pero las malditas esposas no me lo permiten. No debería actuar como un puto niñato pensando en cosas superfluas ahora mismo. Confío en que Ruslavok sabrá que SSAMS me capturó y comenzará a mover a mis hombres. No hay retorno una vez que se involucra a la policía, en especial cuando el capo dei capi es el primero en caer, habrá una verdadera masacre cuando las mafias enemigas se enteren de la posición tan débil en la que me encuentro.

No puedo evitar pensar en todos los antiguos aliados de Davide, en las personas que lo respetaban tanto que hubieran dado hasta la última gota de su sangre para salvarlo, maté a la mayoría cuando su imperio cayó, pero algunos de ellos... Vendrán por mí y sin duda cortarán mi cabeza como venganza por haberlo asesinado. Los siguientes días serán solo cuestión de tiempo para desatar una guerra.

Al segundo día no van a interrogarme, tampoco me llevan nada de comer, solo una botella de agua que se encuentra por la mitad. Bebo el contenido mientras escucho a un ratón correr de un lado a otro e intento no perder la cordura por no saber la hora exacta. La incertidumbre nunca ha sido de mis sensaciones favoritas, planear estratégicamente es lo que sé hacer, por ende pararme sobre un puente sin poder ver hacia abajo resulta un verdadero infierno. Y no hay ni una sola ventana por la que pueda ver el exterior, todo es concreto y oscuridad.

Legado oscuro [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora